domingo, 17 de mayo de 2015

DE BRETTON WOODS AL PACTO DE PUNTO FIJO

El puntofijismo comenzó en Nueva York

Para entender históricamente la Cuarta República en su conjunto habría que remontarse al diseño económico y político que inauguró la Guerra Fría: la hegemonía del sistema financiero orientado por los gringos y el espectro de guerra impositivo, planificados desde el cogollo que dirige el complejo militar-industrial.

A limpiarse con billetes verdes

En el mes de julio de 1944, delegados de 44 países se reunieron en New Hampshire para "decidir" el mundo económico que emergería luego de la Segunda Guerra Imperialista. El sitio de la peña fue el hotel Bretton Woods.
Entrecomillamos la palabra decidir en el párrafo anterior porque ya la encrucijada de la guerra contra el eje que comandaba la Alemania nazi estaba tomando su curso, un año antes, en dirección a la victoria de los Aliados. Gesta de la cual se llevaría todos los honores y beneficios EEUU y la industria que la jefeaba, en detrimento de la URSS, cuyas tropas fueron las que derrotaron el frente nazifascista en Europa. Así, la reconfiguración mundial tendría su papel firmado y sellado con anticipación desde la sede de Bretton Woods.
Harry Dexter White, delegado gringo para contraponer las ideas de John Maynard Keynes, agente inglés, ganó el pulso para congraciar la hegemonía norteamericana. Esta victoria supuso, entre varias cosas en materia económica, la creación de dos entidades que hasta el día de hoy marcan la pauta financiera del mundo: el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco para la Reconstrucción de las Naciones Unidas y Asociadas (posteriormente rebautizada Banco Mundial).
Harry Dexter White, delegado gringo para contraponer las ideas de John Maynard Keynes, agente inglés, ganó el pulso para congraciar la hegemonía norteamericana
Mientras el mencionado banco proveería el capital para la reconstrucción de infraestructuras y ampliaciones de mercado durante la llamada época de posguerra, el FMI se ocuparía de los países miembros del "acuerdo" que enfrentaban crisis de divisas y balanza de pagos, es decir, dictaba la pauta de lo que los demás países debían hacer.
Emanuel A. Goldenweiser, operador del Sistema de Reserva Federal de EEUU, resumió así el enfoque estadunidense en la referida conferencia: "Todos pueden opinar, siempre que sean complacientes o no digan nada". Así comenzó este frente de la Guerra Fría.

Bota y mina

La Doctrina de Seguridad Nacional abarcó el territorio que va desde el Río Bravo hasta la Patagonia, e hizo que las decisiones económicas tomadas en Bretton Woods fueran efectivas a punta de monroísmo y panamericanismo. La configuración de América Latina y el Caribe como una mina de extracción de materias primas tuvo su auxilio de bota militar gringa.
La Internacional de las Espadas, como le llamaron a este frente militar en Latinoamérica, se erigió en la X Conferencia Iberoamericana de Jefes de Estado y Gobiernos el 2 de marzo de 1954, celebrada en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela. Allen Dulles, director de la CIA de aquel entonces, tuvo su momento estelar en esta reunión. En este contexto, se trazó el plan del derrocamiento del gobierno de Jacobo Árbenz en Guatemala.
A su vez, la América construida por los factores foráneos e imperiales se convirtió en un inmenso mercado cautivo para la colocación de los excedentes de producción de los países industrializados, y se cimentó la inversión segura de capital con apoyo de los Estados y los operadores que movían los hilos gubernamentales. Cipayos y parásitos, en resumen.

Pérez Jiménez y la traición del "empresariado" venezolano

En el marco de este desarrollo histórico continental, Venezuela fue cabeza de playa con un profundo arraigo rentístico. Durante la década de 1950, la dictadura de Marcos Pérez Jiménez hizo la chamba de fortalecer los lazos de dependencia con el capital transnacional hegemónico. Dwight Eisenhower condecoró al general con la Legión del Mérito por su "sana política de inversiones extranjeras".
Puertas adentro, quien mantenía la vitrina empresarial era el cogollo reunido en Fedecámaras con apoyo de la cúpula militar. La dictadura sirvió para mantener la unidad nacional con abrazo abierto para la clase empresarial local que no producía sino poder político y acumulación delictiva de capital.
La sensación de progreso fue lugar común durante la dictadura de Pérez Jiménez, tendencia Fedecámaras
La cuestión básica del orden radica, como lo definiera el diplomático norteamericano John Davies Jr., en "si el gobierno cualquiera que sea su carácter es capaz de mantener a la sociedad lo suficientemente unida para llevar a cabo la transición"; añadimos, también, de país con soltura y desarrollo propio a nación dependiente y vendida a precio de chicle masticado. Bajo este supuesto, Pérez Jiménez procuró el Estado de seguridad absoluta con claros rasgos de Doctrina de Seguridad Nacional, que el capital monopólico extranjero requería para la inversión y el crecimiento económico modernizador.
La sensación de progreso, tendencia Fedecámaras.

Cae la dictadura por la democracia de Rockefeller

El embotellamiento económico que contrajo el modelo perezjimenista trajo como consecuencia el conflicto interno entre Fedecámaras y la protoburguesía que surgía de la cúpula militar que maneja las arcas financieras del Estado para transferir el capital público al bolsillo privado, lo cual repercutió en largas autopistas, amplias infraestructuras, miles de barriles de oro negro para la exportación. Y con ello millones de proletarios enmiseriados que reclamaban un cambio -y que con el régimen posterior la situación empeoraría.
El "progreso" se estancó cuando el endeudamiento pasó a manos de la bancada privada, y con ello el lagrimeo de Fedecámaras. Los parásitos con etiqueta de empresariado aprovecharon la arrechera del pueblo pobre, luego de la chamba política encabezada por la Junta Patriótica (coalisión de los sectores progresistas de AD, Copei, URD y PCV), para derrocar la dictadura de Pérez Jiménez.
Pero ya en diciembre de 1957 Nelson Rockefeller había reunido a los exiliados Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Jóvito Villalba como enclaves políticos para la próxima gestión de los recursos del Estado venezolano. Los partidos que ellos representaban (AD, Copei y URD) serían los encargados de hacerse cargo de la cosa pública, el aparato militar y el Banco Central en beneficio de las transnacionales, bajo la sombra de las instituciones emanadas de Bretton Woods.
En consecuencia, quien se sentaría en la silla presidencial no sería un adeco o un copeyano, sino Nelson Rockefeller (vencedor de la Segunda Guerra Imperial), aun estando en su casa.

El puntofijismo y el inicio de la atomización del Estado

Extensión del programa político-económico del Pacto de Nueva York fue el de Punto Fijo, este último realizado el 31 de octubre de 1958. Cabe acotar que el pacto en tierras venezolanas no tiene que ver con la región de Falcón, sino con el nombre de la casa donde vivía Rafael Caldera: Quinta Punto Fijo.
El Plan Mínimo de Gobierno que firmaron los delegados de AD, Copei y URD fijaría el costo económico del pacto, es decir, la hegemonía de facto de Fedecámaras con acento adeco, a expensas del desmantelamiento financiero del Estado.
En diciembre de 1957 Nelson Rockefeller reunió a los exiliados Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Jóvito Villalba como enclaves políticos para la próxima gestión de los recursos del Estado venezolano
Este plan fue la profundización de la declaración económica adoptada en la XIV Asamblea Anual de Fedecámaras en Barquisimeto, en el año 1950. Esto, con la connivencia armónica de la inversión extranjera y el rentismo petrolero.
En lo político significó la tregua, la convivencia pacífica entre los partidos que suscribieron el plan trazado desde Nueva York, con férreo respaldo de las Fuerzas Armadas. La legitimación, en resumen, de la condición dirigente de la república, con elecciones y alternabilidad de los actores.
La "pacificación" de sindicatos con tendencia revolucionaria, cuyo auge venía de la dirección de la Junta Patriótica, fue un punto clave del pacto. El avenimiento obrero-patronal bajó los humos de la lucha sindical, y con ello la firma de la derrota de la izquierda.
El mandato de Betancourt en la primera mitad de la década de 1960 se tradujo en un estado de excepción a lo interno, de violencia política sin lástima, una agudización del perezjimenismo con disfraz democrático. Dice Orlando Araujo en Venezuela violenta que Rómulo Betancourt "puede enorgullecerse de haber sido el primer Presidente de Venezuela que concluyó su período con un saldo de 300 muertos políticos (no se cuentan los saldos de acciones armadas: Barcelona, Carúpano, Puerto Cabello) por acción represiva; más de diez periódicos clausurados; un balance de diez mil presos políticos durante los cinco años y dieciocho parlamentarios inconstitucionalmente detenidos y secuestrados". Todo en aras de mantener el orden, como lo dijera el ya citado Davies Jr.
La Alianza para el Progreso, proyecto de John F. Kennedy para la región continental, fue el principal apoyo foráneo de la base infraestructural en esta etapa.
Los gobiernos de Raúl Leoni (AD) y Rafael Caldera (Copei) sostendrían la misma tónica, tanto en sus posturas de políticas económicas como en lo policial-militar. En contexto de insurrección armada por parte de la izquierda revolucionaria, la cual fue pulverizada y obligada a "pacificarse" a principios de la década de 1970, el puntofijismo fue dándole un molde más definido a su proyecto. Por supuesto, el molde fue prestado por las transnacionales y el complejo militar-industrial gringo.
El molde del puntofijismo fue prestado por las transnacionales y el complejo militar-industrial gringo
El objetivo se expresó en la Carta Económica de Mérida, declaración aprobada por Fedecámaras en la XVIII Asamblea Anual. El documento se basó "en la creencia de que el interés general de la colectividad coincide exactamente con los intereses de los empresarios".
Pero lo más importante se asevera en esta afirmación: "No debemos pensar en la inversión del Estado como un acto aislado, sino como algo que debería ser congruente con el resto de la economía del país". El quítate tú pa’ ponerme yo, estilo Fedecámaras.
Aquí entra en escena el apóstol de la dictadura del mercado: Pedro Tinoco, ministro de Hacienda de Caldera y amigo personal de Carlos Andrés Pérez y la familia Cisneros. Este sujeto sería el operador designado para esta tarea histórica.

TOMADO DE: http://misionverdad.com/

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