domingo, 17 de mayo de 2015

El reciclaje: ¿una trampa más del capitalismo?



ABRIL 25 DE 2015,
Un tópico frecuente, cuando abordamos el tema de la basura en relación a cualquiera de las etapas que implican su gestión integral, lo constituye el reciclaje, casi siempre aludido como una  solución “mágica” a tan complejo problema, particularmente cuando nos referimos a su manejo y disposición final, y no, como lo hemos señalado en otro de nuestros análisis, a un fenómeno de nuestra sociedad contemporánea directamente vinculado al modelo capitalista de producción y consumo al que están sometidos los pueblos del mundo, convirtiéndose en el factor axiomático y determinante de éste y otros problemas ambientales que amenazan la existencia de todos los seres vivos en el planeta.
De entrada sabemos que esta visión no es compartida por algunos, porque ciertamente existe un componente perverso inherente al capitalismo que actúa casi como un "sistema autopoiético" funcionando para ganar e imponerse, en parte y por ahora, en la batalla por construir un nuevo modelo civilizatorio. Una de sus principales herramientas es el uso invasivo y manipulador de mensajes a través de las grandes corporaciones mediáticas generando falsas expectativas, permanentemente inculcando nuevas necesidades en los individuos, ofreciendo "soluciones salomónicas" a los grandes problemas de la humanidad, o simplemente creando distracción respecto a lo que debe ser esencial y medular.
Todo ello fundamentado en esa misma lógica del capital, de producir/consumir/acumular, manteniendo siempre distante al ser humano, alienado, fomentando su inconsciencia frente a los problemas más cotidianos, y peor aún, subliminalmente inculcando una cultura que lo mercantiliza todo, que nos hace creer que la prosperidad nacional debe estar subrogada a los intereses individuales y de las empresas trasnacionales, que los recursos son inagotables y que la tecnología es capaz de resolverlo todo.
Nos han terminado convenciendo y sobran los voceros portadores de esa idea: que el reciclaje es la solución per sedel problema de la basura
Dentro de esta visión el reciclaje no es la excepción. A través de ese inmenso poder de la comunicación nos han terminado convenciendo, y sobran los voceros portadores de esa idea: que el reciclaje es la solución per se del problema de la basura, de ese acertijo, de esa gran paradoja. Esta es, quizás, una de las más elaboradas trampas ideológicas en la que sectores ecologistas de derecha y de izquierda aparentemente coinciden, no el fondo, sino en la forma, en la táctica para afrontar el problema de los desechos y el gran negocio que gira alrededor de ese concepto tan noble. La realidad es mucho más compleja y es parte del objetivo de esta entrega: empezar a ver el problema integralmente y no sólo una de sus dimensiones.
En primer lugar es necesario entender y precisar que todos los materiales que han sufrido transformación y luego llegan a la población en forma de un producto para su consumo, son factibles a ser reutilizados, luego de un nuevo proceso de transformación. Esto está sustentado en el principio fundamental de que la materia ni se crea ni se destruye, sólo se transforma. Es posible y además necesario en la búsqueda de dar salida u opciones a un material de "desecho" (la basura) que en caso, de no ser reusado, deberá ser dispuesto en forma definitiva, y por consiguiente el manejo de esos grandes volúmenes se convierte en un problema recurrente de la sociedad de consumo.
Coincido en que parte de la basura que generamos debiera ser aprovechada al máximo en la cadena de cualquier otro proceso productivo. Sin embargo, debo discrepar, de una vez, de quienes consideran que este enfoque es la panacea y la solución del problema, cuando la verdad es que en el fondo termina siendo una forma muy elegante y sofisticada de justificar el alto consumo de la sociedad capitalista, un frenesí voraz inviable de sostener en el tiempo, pero que permite dar la sensación de que existe una preocupación por el ambiente. Esto me recuerda aquel individuo que antes de entrar a una iglesia se reconforta dando una limosna a un indigente y siente que ha cumplido su misión con el prójimo, sin llegar nunca a preocuparse de sus circunstancias o expresar interés alguno por forzar acciones individuales o colectivas que ataquen las causas estructurales y conlleven a revertir esa realidad social.
Muy distinto a lo que muchos piensan, en Venezuela sí se recicla. Basta sólo pensar en las miles de toneladas diarias de chatarra ferrosa que entran en nuestras acerías y a las cuantiosas toneladas de aluminio y cobre que son recuperadas y procesadas, por cierto, a veces de dudosa procedencia. Entonces, valdría la pena preguntarse, ¿por qué estos materiales sí se reusan notablemente? Mientras que otros como el cartón, plástico y vidrio  conforman un porcentaje importantísimo en la composición de la basura que diariamente se recoge el país, pero que indudablemente se reusa o recicla en una proporción casi despreciable.
He aquí un buen punto de partida para entender el problema planteado. La razón es sencilla: el plástico, cartón o vidrio que hoy no se reutiliza como materia prima tiene que ver con los precios que estos materiales tienen en su producción primaria y la estructura de costo asociada a su separación, acopio, limpieza y transporte, así como también al alto grado de competencia que tienen los mismos con aquellos originado en su fuente primaria arraigado en una cultura de consumo por lo no reciclado.
El plástico que se recupera (reciclado) no puede ser usado en cualquier tipo de producto que usa esta materia prima
Tomemos como ejemplo el caso del plástico. Una materia prima básica, suministrado por nuestra industria petroquímica con niveles de altísima calidad y bajo costo. Una realidad bien compleja que, sin duda, desde el punto de vista simplemente económico inviabiliza cualquier proyecto o iniciativa individual, al menos cuando lo analizamos dentro de esa racionalidad. Por tanto, se hace imposible pensar que con sólo la conciencia y acciones aisladas de reciclaje motivadas por nuestro altruismo por la naturaleza, podríamos poner a competir ventajosamente el plástico reciclado con el producido por la industria. Esto no es posible, salvo que el Estado pueda interceder directamente en el circuito, regulando la producción de esos bienes, y forzando a la internalización de los costos ambientales a nivel del sector industrial.
Por otra parte, debemos tener presente que el plástico que se recupera (reciclado) no puede ser usado en cualquier tipo de producto que usa esta materia prima, bien por razones estrictamente físicas y químicas o simplemente sanitarias; limitación que no se consigue al usar el plástico nuevo. Una situación que también ocurre de manera similar con otros materiales reciclables como el cartón y el vidrio.
Tenemos una verdadera paradoja, una economía de mercado origen del problema, pero que a su vez condiciona e impide el crecimiento y un desarrollo sustentado en el uso óptimo y racional de materias primas recuperadas, que desestimulan la aplicación de políticas para el reciclaje en escala (masivo y generalizado), convirtiéndola en una actividad casi marginal en términos económicos, la cual sólo se hace rentable a muy pequeña escala. Una complejidad adicional se nos presenta al analizar detenidamente los requerimientos logísticos y tecnológicos que exigen estos materiales al presentarse mezclados en la basura junto a desechos orgánicos o de otro tipo; presentan dificultad para su separación, limpieza o descontaminado, y requieren de su posterior clasificación de acuerdo a densidades, colores, y cualquier otra variable especificada.
En definitiva, un proceso por demás complejo, que aun cuando en muchos países se ha logrado implementar algunas medidas y la participación ciudadana para lograr separar en origen los desechos sólidos, la cruda realidad es que, a pesar de haber logrado sortear este primer escollo del proceso, la materia prima a reciclar (la basura) no tiene un mercado cautivo que pueda absorber los costos asociados, los cuales, después de toda esta parafernalia terminan nuevamente dispuestos y mezclados en vertederos y rellenos sanitarios, o como sucede en algunos países: quemados en un incinerador. Esta es la verdad verdadera, aunque para algunos resulte muy dura de aceptar. Se nos ha vendido un espejismo.
También quiero compartir con ustedes un breve comentario acerca del vidrio. De este material, es interesante notar que cada vez que usamos menos vidrio para envasar y conservar alimentos, al mismo tiempo se incrementa el uso de no retornables, especialmente para el envasado de bebidas de todo tipo. A veces, incluso, promocionadas comercialmente con bombos y platillos por las propias empresas como una gran cosa y jactándose de ello con expresiones y eslóganes que exaltan: "Nuestro productos vienen en envases 100% desechables". Siempre actuando dentro de esa lógica perversa de usar y botar de manera inmediata.
Nos encontramos una vez más frente a una visión carente de sentido ético y que responde únicamente a la simple racionalidad económica de las empresas, quienes en esa máxima capitalista de "mínimo costo de producción/máximo margen de beneficio" optan por aquello que resulta más conveniente a sus intereses. En el caso particular del vidrio, en nuestro país toda su problemática está determinada por la abundante disponibilidad de materia prima, como el sílice y la energía a muy bajo costo, que antes que proceder a mantener una estructura y toda una logística que garantice su posterior reuso, prefieren el derroche y el despilfarro de los recursos naturales y la degradación del ambiente.
Debemos recordar, además, que recientemente se ha venido extendiendo la adición de pigmentos en la fabricación de vidrios para una mayor diversidad de colores, lo cual dificultad en igual medida su reciclaje, y peor aún, algo más dañino para los ecosistemas y el ambiente en general, es la conocida botella denominada "no retornable", elaborada con una mezcla de plástico y vidrio a muy bajo costo, principalmente por parte de las industrias cerveceras, las cuales por su composición no pueden ser reusadas.
La gran paradoja es que son estas mismas empresas la que hoy hacen grandes campañas de llamado a la conciencia por el reciclaje. Son las que hablan y se ufanan de su responsabilidad empresarial con el ambiente y el planeta. ¡Qué lejos de la realidad! ¡Qué desfachatez! Ustedes bien saben a qué empresas me estoy refiriendo.
Cada vez usamos menos vidrio para envasar y conservar alimentos, al mismo tiempo que se incrementa el uso de no retornables, especialmente para el envasado de bebidas de todo tipo
¿Qué podemos hacer entonces ante esta realidad? En primer lugar, no nos cansaremos de decir que la mejor basura es la que no se produce, lema y concepto que debe pasar a formar parte de nuestra filosofía de vida, de nuestra visión de modelo de desarrollo, que no es otro que el ecosocialismo. Esa es la propuesta que nos dejó el Comandante Chávez plasmada en el Plan de la Patria y hoy impulsada por el Presidente Nicolás Maduro.
En segundo lugar, debemos internalizar que, aun con reciclar o reusar, es necesario una gran conciencia de todo nuestro pueblo para que la basura que pasa por nuestras manos pueda ser colocada en los lugares dispuestos para ello, ejerciendo corresponsablemente la contraloría de los sistemas de recolección que implementan las alcaldías, asegurándose de que el gobierno local tenga los planes para gestionar adecuadamente la basura que se produce dentro del ámbito geográfico de su competencia. Se trata de realizar un manejo integral que contemple el barrido de espacios públicos, recolección, transporte, transferencia y disposición final de los desechos sólidos. Estas etapas no pueden ser reemplazadas, sustituidas u obviadas; por el contrario, deben ser mejoradas y permanentemente evaluadas dentro de una concepción de eficacia y eficiencia técnica.
Si todo lo señalado anteriormente lo hacemos, y el pueblo organizado y consciente comienza a ser parte de la solución, separando en sus casas los desechos que terminan convirtiéndose en basura, podemos entonces ir hacer crecer las cantidades de cada uno de los componentes que hoy reusamos de manera casi marginal, y con ello disminuir significativamente las cantidades de basura que finalmente deberán disponerse en rellenos sanitarios bien construidos y operados, y no en los vertederos de basura a cielo abierto que de forma improvisada actualmente se pueden encuentran en buena parte de nuestros países en América Latina.
Fue con la llegada del Comandante Chávez que en el país se diseñó e impulsó una política para atender esta compleja problemática, y se han elaborado planes y se han asignado los recursos financieros que han permitido ir saneando vertederos, construyendo rellenos sanitarios y clausurando una buena parte de estos sitios improvisados. Aun cuando falta mucho por hacer, bastaría con revisar y comparar qué se hizo durante la IV República en esta materia para concluir que ha sido sólo con la Revolución Bolivariana que más se ha avanzado, gracias a la voluntad política expresada en la ejecución acelerada de proyectos, y porque se ha logrado una ley que atienda esta problemática, y porque, más recientemente, el Presidente Maduro con la creación del Ministerio para el Ecosocialismo y Agua por primera vez se ha planteado crear y consolidar una institucionalidad para la gestión de los desechos y residuos sólidos con rango de Viceministerio.   
¿Entonces con esto tendremos el problema resuelto? Por supuesto que no, pero sin duda se ha dado un paso sin precedentes en la dirección correcta. El problema debemos repensarlo para ir construyendo colectivamente e ir acercándonos a soluciones duraderas con basamento técnico y científico, y no a propuestas colmadas de clichés, de un romanticismo irreal, o simplemente un esnobismo que, en el fondo, termina sin darse cuenta justificando el modelo depredador y productor de basura: el capitalismo.
La basura siempre pasará por nuestras manos y debe ser compromiso de todos asumir una actitud responsable, y no que son otros los que deben venir a resolvernos todos los problemas. El día en que ningún ciudadano lance un papel, una lata, o cualquier otra cosa cuando camina por una plaza, un parque, transitamos una autopista o cuando disfrutemos de una playa, ese será el día en que empezará a cambiar nuestro entorno, nuestro hábitat en pro del bienestar del ser humano y del planeta. Se hace necesario acompañar esa nueva conducta individual y colectiva con iniciativas para viabilizar experiencias en la separación de la basura en origen, que permita el reciclaje o reuso de parte de la misma.
Se trata, en definitiva, de un tema complejo que nos lleva a concluir que no estamos frente a una tarea fácil, en la cual no podemos esperar soluciones mágicas o instantáneas. El camino a seguir debemos construirlo entre todos.
TOMADO DE: http://misionverdad.com/

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