domingo, 17 de mayo de 2015

En Venezuela no hay empresarios: breve repaso histórico (I)

Cuando el presidente Maduro habla de los "parásitos" en relación a la oligarquía económica venezolana no lo hace con algún interés burlesco o literario. Esa palabra, más bien, define con exactitud las características genéticas e históricas de una clase descompuesta que vive (y dirige la guerra económica) a partir del saqueo "legal" de aquello que no produce (ni producirá): dólares.

Precisiones iniciales: ¿qué es un empresario?

Un empresario en términos ideales y abstractos cumple con un conjunto de características resumidas de la siguiente forma: capacidad de producir bienes y servicios con infraestructura propia, aumento sostenido de las inversiones, pago de impuestos, aceptación de las reglas de juego que impone el Estado y, sobre todo, generación de riqueza (monetaria y financiera) para el país de origen.
Los empresarios, en términos reales, evaden impuestos cuando tienen la oportunidad, quiebran empresas más pequeñas y especulan (desbocadamente) en el sector financiero. Pero existe un elemento reconocible que constituye el factor más importante en el abismal distanciamiento que hay entre un parásito y un empresario, y ese factor es precisamente la capacidad de generar dividendos para la nación a través de la inversión, la innovación tecnológica y la generación de infraestructura para la producción (y exportación) de bienes y servicios.
De acuerdo al modelo político, la riqueza generada se concentra o se reparte.

La condición de mina

La aceleración de este proceso histórico ya entrado el siglo XX, no supuso una encrucijada (ni ética ni política) para la oligarquía venezolana que veía en el petróleo la consumación de la inagotable apetencia de extender su poder económico y político a costa del menor esfuerzo posible.
Como diría el Comandante Chávez: "El petróleo. No ves que nos acostumbramos los venezolanos a obtener dinero fácil, meter un tubo, el chorro de petróleo y venderlo. Y casi todos los ingresos del país han venido por esa vía, los dólares pues, los petrodólares, que no son producto del esfuerzo colectivo, no son producto. ¡Qué cuesta fabricar petróleo! ¿Quién fabrica petróleo? La misma madre tierra lo fue fabricando, lo fue produciendo"(Aló Presidene, Nº 347.)

Antidesarrollo: una decisión política

Diseñar el aparato económico de Venezuela para la importación y el encadenamiento productivo trasnacional en vez de promover un sistema económico independiente, fue, sin lugar a dudas, una decisión política bien pensada a partir de los privilegios que recibirían luego de la estafa. Corresponde a una imagen y a un proyecto de país (parasitario).
Mientras Europa y Estados Unidos formaban una clase empresarial desarrollada en el sentido estricto del término, en Venezuela se iban perfilando mafiosos, traficantes de influencias, aduladores, amantes de los privilegios petroleros y de la especulación desbordada. Parásitos de alta peligrosidad.

Banda "Los Parásitos"

Las principales empresas gringas y angloholandesas (Standard Oil y Royal Dutch-Shell) que iniciaron actividades de perforación y extracción petrolera en el país durante la dictadura gomecista, fueron poco a poco ampliando sus actividades.
Los responsables de llevarles el maletín al oligarca gringo (los famosos"abogados petroleros") aprovecharon esa cercanía y con una buena dosis de adulación y tráfico de influencias dentro del Estado obtuvieron el privilegio de trasladar (con todas las tuercas) la industria gringa y sus procesos tecnológicos. También la licencia para comercializar productos terminados vía importación desde ese mismo país (y uno que otro europeo).
Por la vía de este mecanismo los petrodólares serían entregados hacia Estados Unidos mediante la importación de insumos, bienes de capital, repuestos y renovación de maquinarias para que la "producción nacional" siguiera su (anti)desarrollo.
De esta forma la mafia "Los Parásitos" concretarían un jugoso ciclo de especulación desbordada en moneda nacional.
Saquear dólares, entregárselos enteritos a Gringolandia, evadir impuestos de importación y ponerles al producto importado el precio final que le diera la gana. Así actúa el parásito (anti)venezolano.

Génesis del parasitismo (anti)venezolano

Carlos Delfino, responsable de llevar los negocios a la Creole Corporation, consiguió importar la maquinaria para realizar la primera empresa cementera del país con una fuerte inversión de capital norteamericano. 
Gracias al tráfico de influencias que le otorgaba su relacionamiento con la oligarquía petrolera norteamericana, consiguió la concesión para que su empresa, "Cementos La Vega", construyera Parque Central, el Teatro Teresa Carreño y el Nuevo Circo. El primer gran parásito de la construcción.
Diego Cisneros, abogado del Royal Bank of Canada, consiguió la concesión para producir Pepsicola en el año 1939 gracias a las relaciones tejidas desde la institución bancaria en cuestión. Consiguió los permisos gubernamentales para que la Liquid Carbonic (empresa gringa que produce insumos para bebidas carbonatadas) se asentara en el país completando el venenoso encadenamiento productivo (importador) mediante el grifo abierto de los petrodólares.
Óscar Zuloaga (otro familiar de MariCori) funda el Banco Provincial gracias al relacionamiento que había tenido con los banqueros franceses del Credit Lyonnais mientras le llevaba los negocios a la Iron Mines y la Orinico Minning: empresas gringas que saquearon hierro y bauxita en el estado Bolívar por más de 30 años.
Gracias a Pedro Tinoco, encargado de negocios de Nelson Rockefeller, el Banco Mercantil pasó a manos de la poderosa familia Vollmer. Los mismos que producen el Ron Santa Teresa.
La familia Mendoza, gracias a la familia Cisneros, consiguió articularse con la oligarquía gringa de los Mills (creadores de la empresa de molinos más grande del mundo: Pillsbury Mills). Gracias a ese contacto consiguieron importar los molinos que hoy trituran trigo y maíz para la fabricación de arepas y pasapalos (Doritos, Ruffles, etc).
La familia Capriles se hizo con los derechos exclusivos de importación (y parcial fabricación) de Alimentos Kraft mediante las relaciones que tejieron sus ancestros del siglo XX con los Phelps, Rockefeller y compañía mientras jugaban golf en el recién inaugurado Country Club.

Conclusiones

Aunque se nos quedan algunos parásitos por fuera de esta breve genealogía económica (los Pérez-Dupuy, los Velutini, los Phelps, los Stelling, los Domínguez, etc), la oligarquía descrita en los párrafos anteriores tuvo un papel protagónico en las rápidas gestiones que permitieron el acceso de las trasnacionales gringo-europeas (Pfizer, Bayer, Procter & Gamble, Fritz, Heinz, Colgate-Palmolive, Nestlé, General Mills, Cargill, etc) en el territorio venezolano, constituyendo un mecanismo violento de fuga de capitales (la mal llamada "repatriación de ganancias") acompañado por el subsidio estatal para importar materia prima y maquinarias.
Desde los años de 1950 en adelante la migración del parasitismo hacia el sector financiero se hacía notar, proyectando nuevos modelos de acumulación a partir de la expoliación especulativa de la renta petrolera que se reforzarían en la década de 1980.
En este sentido vale la pena preguntarnos, ¿cuál es el modelo económico que tanto pregonan?
Aquel que continúa planteando como principio fundamental la extendida (y absoluta) transferencia de la riqueza petrolera hacia los países del capitalismo desarrollado a cambio de privilegios, largos procesos de especulación comercial y corretajes malsanos en el sector financiero como modelo de acumulación rentista. 
No producen ingresos para el país porque su papel ante la historia (decidido por ellos) los dotó de reforzadas incapacidades hacia la generación de procesos tecnológicos, productivos y económicos alejados del capital norteamericano y europeo.
Era (y sigue siendo más cómodo) constituir una empresa, rellenar la planilla, cumplir con los pasos legales y con los dólares (subsidiados) que produce el Estado para importar la "tecnología de punta" que hincha las ganancias de las empresas estadounidenses.
Y el saqueo no se detiene allí, pues las máquinas se dañan o se deprecian y la materia prima es finita. Necesitan volver a hacer la planillita y exigir los dólares que creen merecer para seguir con el mismo círculo vicioso. 
Piden dólares porque sus intenciones de ampliar la "producción" (y las ganancias) requieren de eso que no producen y que jamás producirán, pues son parásitos intermediarios entre la Faja Petrolífera del Orinoco y la oficina de algún oligarca económico gringo-europeo.
Y cuando este último alza el teléfono para quejarse fúricamente sobre el control cambiario, la oligarquía responde fielmente con acaparamiento masivo y contrabando de extracción. La fidelidad en este sentido es un compromiso a futuro que el hijo mantenido y caprichoso sostiene con su progenitor prometiéndole nuevamente las mieles del saqueo. Pero de estas preocupaciones y estrategias para intenar conseguirlo será tema de la próxima entrega. 
TOMADO DE: http://misionverdad.com/

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