domingo, 24 de mayo de 2015

España: El manotazo de la izquierda al PP le hace perder 


tres millones de votos y 20 años de poder

Madrid, mayo 24 - El panorama político territorial español conocido hasta ahora 
ha quedado tremendamente cambiado tras el resultado electoral de este domingo,
pero no ha saltado hecho añicos. El veredicto de las urnas, con una participación 
ligeramente inferior a la de 2011, ha ofrecido unos resultados totalmente
 imprevisibles hace justo ahora un año, en vísperas de las elecciones al 
Parlamento Europeo.

El vuelco electoral ha sido espectacular en lugares puntuales como Madrid y 
Barcelona, donde pueden gobernar movimientos políticos considerados 
antisistema hace tan solo unos pocos meses: Ahora Madrid y Barcelona en
 Comú, ambas con protagonismo de Podemos movimientos sociales alternativos. 
Ha sido la traducción electoral del movimiento 15-M nacido en la madrileña 
Puerta del Sol en la primavera de 2011.

Pero la evidencia más generalizada del vuelco electoral de este 24-M es la pérdida 
de poder del PP a lo largo y ancho de toda la piel de toro. Tan evidente ha sido 
el batacazo que en la sede nacional del PP, en la madrileña calle de Génova, no 
se ha instalado el tradicional balcón tan querido por lo jerarcas del PP en las
 noches electorales triunfales. La de esta noche no lo ha sido.

El azul homogéneo en ayuntamientos y comunidades autónomas en todo el
 territorio del Estado ha quedado diluido, muy diluido. Tanto que, pese a ganar
 por media cabeza en la misma línea de llegada del recuento global de los comicios 
municipales, sus apoyos electorales se traducirán en una pérdida de poder muy 
importante: un batacazo en toda regla. Casi tres millones de votos menos que hace 
cuatro años.

El bipartidismo resiste, pero muy debilitado. Más debilitado que nunca. En las 
urnas municipales el PP y el PSOE apenas han superado el 50% de los votos; 
algo inaudito en anteriores comicios. Y mientras el PP pierde poder el PSOE
 recupera plazas, pero con necesidad de ayuda de terceros y siempre con la 
obligación de alcanzar pactos tripartitos y siempre complejos; en ocasiones como 
mero comparsa.

Pero sin duda estos comicios confirman la irrupción de Podemos y sus marcas 
municipales en coalición con movimientos sociales por toda España. La impronta 
ha sido de tal calibre que esta formación, que renunció en su día a utilizar el 
nombre del partido en candidaturas municipales por temor a intrusismos fuera 
de control, puede colocar como alcaldesas de Madrid y de Barcelona a sus 
candidatas Manuela Carmena y Ada Colau, respectivamente. También en 
Zaragoza y Cádiz, entre otras ciudades.

Otra formación, Compromís, hasta este momento con un peso minoritario incluso 
en su ámbito, la Comunitat Valenciana, puede colocar a su candidato, Joan Ribó, 
en el sillón que ha ocupado durante 25 años la popular Rita Barberá. Además, estas
 formaciones progresistas pueden situar a los candidatos socialistas en las alcaldías
 de ciudades como Sevilla y Córdoba o feudos tradicionales del PP como Alicante o
 Valladolid, entre otros. Sin embargo, el PSOE no ha sido la segunda fuerza política
 en ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia y Zaragoza, un dato no menor de 
cara al futuro de esta formación política

El otro fenómeno electoral de la jornada o constituye Ciudadanos, un partido
 que hasta ahora no había salido de su reducto, Catalunya, donde lleva dos
 legislaturas como una formación muy menor. Sin embargo, en esta ocasión,
 con más de un millón de votos en apenas 1.000 candidaturas – hay 8.122 
ayuntamientos – ha pasado de emergente a formación consolidada en el panorama 
político. Es más, en no pocos lugares sus regidores se convierten en un elemento 
clave para aguantar en el poder a un PP debilitado; o no.

La jornada electoral trae otras consecuencias. La primera de ellas es la laminación 
de UPyD, que desaparece de todas las instituciones, tanto ayuntamientos como en
 las comunidades autónomas donde tenía una representación. Ha pasado en poco 
más de cuatro años, sobre todo en el mismo ejercicio, de “emergente” a irrelevante. 
Otra consecuencia, dolorosa en el ámbito de la izquierda, son los pobres resultados
 de Izquierda Unida que queda muy marginada allí donde ha logrado 
representación, que son unos pocos ayuntamientos medianos.

Pero si el revolcón en el terreno municipal ha sido grande en el marco de las 
comunidades autónomas ha sido descomunal. El PP ha perdido todas las mayorías 
absolutas en las 10 comunidades donde ha estado gobernando, en la mayoría desde
 1995. Eso se traducirá, salvo sorpresas de última hora, la pérdida de al menos ocho
 gobiernos autonómicos.

Si la pérdida de poder municipal afecta a las terminales nerviosas de un partido 
como el PP, lo cual repercute en su propia estructura orgánica, en el caso de la 
salida de los gobiernos autonómicos afecta al músculo político de los 
conservadores y a su capacidad de manejar fuertes presupuestos públicos. 
Por ejemplo, la Comunitat Valenciana dispone de un presupuesto de casi 
16.000 millones de euros para este año.

El desafío a partir de ahora es la formación de gobiernos progresistas con la 
participación de varias formaciones políticas, dos, tres e incluso cuatro. Una 
dinámica que, salvo excepciones, no tiene tradición ni ha sido habitual a la hora 
de afrontar el gobierno de ayuntamientos y de comunidades autónomas.

Los ayuntamientos tienen fecha fija para constituirse: el 13 de junio. Las 
comunidades autónomas, regidas por prácticas parlamentarias más complejas,
 tienen plazos más laxos. Pero a mediados de julio, como máximo, se plasmará en 
los diarios oficiales la nueva realidad política territorial española. Una situación 
que no tiene precedentes. Y en el horizonte no muy lejano las elecciones generales.
 Un escenario apasionante.

TOMADO DE: http://www.aporrea.org

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