domingo, 31 de mayo de 2015

MIRADAS
¿La ciudad de la eterna primavera?





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La Ceiba de San Francisco
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El Samán de la Trinidad. Bajo su sombra el Libertador recibió clases de Andrés Bello
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La Ceiba de San José, antigua parada obligatoria para quienes venían de Galipán.
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Las plazas y espacios abiertos deben ser lugares ganados para las áreas verdes.
Perviamente
Proxima
AL RITMO DE AQUEL PAVOSO CORO QUE REZA “AL ÁRBOL DEBEMOS SOLÍCITO AMOR, JAMÁS OLVIDEMOS QUE ES OBRA DE DIOS”, DESDE CARAJITOS “APRENDIMOS” QUE EL ARAGUANEY ES NUESTRO ÁRBOL NACIONAL Y UN DÍA DE MAYO ALGÚN FAJADO PROFESOR, QUIZÁS, NOS LLEVARÍA A PLANTARLO. PERO, ¿REALMENTE CONOCEMOS LA IMPORTANCIA DE ESTOS SÍMBOLOS QUE PRESERVAN NUESTRA HISTORIA?
La Caracas Vegetal
“La primavera de oro de los araguaneyes”. Así identificaba el escritor Rómulo Gallegos la llegada de la primavera a los llanos y sabanas del país. Pero también en Caracas basta con alzar la mirada (toda una proeza para algunos de sus acelerados habitantes) para dejarnos sorprender por la más colorida variedad de arbustos, en especial durante el llamado “verano tropical”, que comienza en el mes de enero y se extiende hasta finales de mayo, época en la que llueve esporádicamente y la mayoría de las plantas florecen en todo su esplendor.
Nada más en la ciudad coexisten 400 especies de árboles; algunos poseen más de 300 años de vida, otros han sido decretados patrimonio cultural. De hecho, los árboles caracterizan tanto a Caracas que le dan identidad a varias avenidas y calles de la ciudad: Los Samanes, Los Jabillos, Los Mangos, Los Chaguaramos, Las Acacias.
Sin duda, el árbol más emblemático de Caracas es la conocida ceiba que se encuentra frente a la iglesia de San Francisco, entre la Asamblea Nacional y el Palacio de las Academias, a solo 100 metros de la Plaza Bolívar.
La ceiba de San Francisco
Este árbol fue sembrado en el año 1866 por la hija del prefecto Vicente Manzo en lo que para aquel entonces era uno de los patios del antiguo Convento de las Hermanas de la Concepción. Tan solo cuatro años después, los registros fotográficos demuestran que el lugar se había transformado pero el árbol había crecido tres metros de altura.
En 1874 cerró el convento y erigieron, justo al lado del árbol, una escultura del entonces presidente Antonio Guzmán Blanco, que fue bautizada por el argot popular como la estatua de El Saludante.
Fue precisamente durante el gobierno de Guzmán Blanco que se rodeó el tronco del árbol con una defensa de cal y fragmentos de roca pulida, que luego se usó como una especie de escritorio por parte de los comerciantes y corredores que trabajaban en la esquina La Bolsa y se refugiaban allí del inclemente sol capitalino.
Este emblemático árbol fue el que inspiró poemas como “A la sombra de la Ceiba”, donde el escritor larense Julio Garmendia expresaba: “La vida apenas es un breve momento, / y yo, con ser Ceiba, soy perecedera. / Hago testamento: / el día que muera / le dejo a la tierra toda mi madera / y todas mis flores”; o textos como los “Versos tremendistas”, a través de los cuales el periodista Miguel Otero Silva expresa su preocupación ante el posible fallecimiento del árbol, pero sin dejar de señalar los errores políticos de aquellos años: “Reposo en la Ceiba de San Francisco. / Bien sé que todavía no te has muerto, / pero ya la agonía de tus ramas / la anuncia un arbolista tan experto / como el doctor Oramas, / él opina que tus bases de cemento / la causa son de tu fallecimiento. / Mas yo impugno el botánico argumento / que dan esos fonólogos ladinos: / lo que te mata a ti no es cemento, / lo que te mata a ti son los vecinos. / Casi un siglo de vivir junto al Congreso / oyendo tantas vainas sin moverte, / no hay piedra ni árbol que resista eso: / más noble es el regazo de la muerte”.
Sin embargo, la Ceiba de San Francisco sobrevivió a todas las inclemencias de la ciudad y en el año 2001 fue declarada Patrimonio Nacional. Actualmente mide 36 metros de altura y permanece dentro de un separador vial que se le construyó en la avenida Universidad.
Otros abuelos
Entre los árboles más longevos que existen en Caracas se encuentra otra ceiba: la de San José, aledaña al Mercado de las Flores. Este árbol de 250 años fue, a mediados del siglo XIX, una parada obligada para el reposo de quienes bajaban en burro desde el pueblo de Galipán a vender sus flores y legumbres en la ciudad.
Tampoco podemos olvidar al Samán de la Trinidad, situado a un costado del bulevar Panteón. Según el naturalista alemán Alejandro de Humboldt, este samán desciende del famoso Samán de Güere del estado Aragua y fue sembrado en Caracas en 1753, por lo que tiene 262 años en nuestra ciudad. De hecho, fue bajo la sombra de este árbol que el Libertador Simón Bolívar recibió clases del maestro Andrés Bello. Casi la misma cantidad de años tiene el bucare que está detrás del Mausoleo de Bolívar. Y los mijaos que se observan dentro de los campos de golf del Country Club también cumplieron 300 años de edad.
Sin embargo, actualmente la gran mayoría de estos y otros árboles son ignorados por los seres humanos, quienes parecen desconocer que cada uno de nosotros requiere tres árboles para obtener el oxígeno que necesitamos durante una vida promedio.
No basta
En Caracas hay solo 1,2 metros cuadrados de áreas verdes por persona, cuando los estándares internacionales, incluyendo los de la Organización
Mundial de la Salud (OMS), hablan de la necesidad de poseer de 12 a 15 metros cuadrados de áreas verdes por habitante. Es decir, en Caracas requerimos al menos el doble de los árboles existentes, en especial en el centro y el oeste de la ciudad.
No obstante, durante las jornadas de reforestación se pueden cometer graves errores. Por ejemplo: los jabillos son árboles exclusivos para los parques porque, si se siembran en las avenidas, levantan el pavimento y sus raíces perforan las tuberías. Por esto, para las calles de Caracas, Jesús Hoyos, biólogo y autor del libro Los árboles en Caracas, del año 1990, recomienda plantar árboles como el roble, el pardillo y el caobo de las Antillas; mientras que para las avenidas sugiere el pilón, el granadillo y el castaño.
Además, Hoyos agrega que “alrededor de 60% de la zona arbórea de la capital requiere de atención y mantenimiento para conservar su salud. Las labores de cuidado están a cargo de los municipios y deberían hacerse, por lo menos, dos veces al año. Para esto se necesita planificación y un buen cuerpo de jardineros, incluyendo gente capacitada que trabaje en el área fitosanitaria y que sepa cómo tratar un árbol enfermo”.
Vale mencionar los estragos que plantas parasitarias —como la tiña o el guatepajarito— han causado en varios árboles de la ciudad, al punto de lograr secarlos. Ni hablar del gusano de palma, que ataca a todos los chaguaramos (solo en el parque Generalísimo Francisco de Miranda hay alrededor de 1.000 chaguaramos) durante los meses de marzo y octubre. Este gusano se ha multiplicado sin ningún tipo de control desde el año 1993, pues sus depredadores naturales (la avispa amarilla y el tordo) han desaparecido a causa de los operativos de fumigación para controlar al mosquito patas blancas, transmisor del dengue.
La tala
Durante años muchos árboles han sido podados en forma severa, pintados para “adornar” el paisaje y hasta cortados impunemente porque impiden el desarrollo de tal obra o infraestructura.
Enrique Bernardo Núñez, cronista oficial de la ciudad de Caracas en dos ocasiones, escribía el 30 de julio del 1954: “¿Cuántas veces se ha escrito en los diarios de Caracas y de toda Venezuela acerca de la ruin costumbre de talar árboles? Yo mismo escribí muchas veces, sin otro resultado que el de ver el derribo de otros árboles (…) No se guarda ningún miramiento a lo que ellos representaban. Los árboles son testimonio de amor a la naturaleza y a la ciudad, de fe y esperanza en el porvenir”.
En la actualidad las comunidades pueden solicitar la tala justificada, poda y mantenimiento de árboles a la Corporación de Servicios del Municipio Libertador (CSML), ente adscrito a la Alcaldía de Caracas.
Para ello se debe llevar una carta a la Dirección de Control Urbano, ubicada en el piso 2 del edificio Banvenez, esquina de Glorieta, con el nombre, apellido, cédula de identidad del o los solicitantes, ubicación exacta del lugar donde se encuentra el árbol y una breve y concisa explicación, que será evaluada por un equipo de expertos.
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CADA ESTADO TIENE SU ÁRBOL
Cereipo, Anzoátegui
Samán, Aragua
Merecure, Apure
Cedro, Barinas
Sarrapia, Bolívar
Camoruco, Carabobo
Apamate, Cojedes
Cují yaque, Falcón
Palma llanera, Guárico
Semeruco, Lara
Bucare ceibo, Mérida
Roso blanco, Miranda
Palma de Moriche, Monagas
Guayacán, Nueva Esparta
Caoba, Portuguesa
Roble, Sucre
Pino criollo, Táchira
Bucare Anauco, Trujillo
Chaguaramo, Yaracuy
Cocotero, Zulia
Caucho hevea , Amazonas
Mangle rojo, Delta Amacuro
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POR JESSICA DOS SANTOS JARDIM 
@EPALECCS
FOTOGRAFÍAS MICHAEL MATA
TOMADO DE: http://www.ciudadccs.info/

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