jueves, 23 de julio de 2015

Richard Canan
Sociólogo
@richardcanan
Otra vez Capriles con sus disparates y locuras. Con el obtuso olfato político que lo caracteriza, le entró al tema del Esequibo de la manera más irresponsable y mezquina del mundo. Nada de unidad nacional, nada de llamados a la defensa del territorio. Lo de la derecha, y lo de Capriles en particular, es la exudación del odio más miserable que haya conocido la historia política del país. Que falta de tacto y de visión para ponerse al frente de una postura coherente y sosegada en beneficio y defensa de la patria.
No debe haber nada más patético y vergonzoso para un político que pretende ser un líder nacional, que aparecer muy contento y sonriente en primera plana de un medio extranjero, dándole la razón y argumentos a un país antagonista en medio de una disputa.
Pues así salió rimbombante el disociado de Capriles en el diario Guyana Chronicle. Letra por letra este medio maximizó su charlatanería donde acusa irresponsablemente al Presidente Maduro de utilizar “el tema Esequibo para desviar la atención de los otros problemas políticos y económicos que enfrenta el país”. 
El Guyana Chronicle se esmeró además en criticar la situación política (protestas violentas) y económica del país (escasez de productos básicos alimentarios y caída del precio del petróleo), sin mencionar por ningún lado que los responsables de esta situación son el propio Capriles y sus socios de la burguesía parasitaria. 
Hasta se atrevieron a sugerir que todo era una componenda del gobierno para “apelar al nacionalismo y el fomento de los conflictos, Maduro podría suspender las elecciones e invocar esto por razones de seguridad”. La locura desatada en la chiflada oposición.
Pero hojeando con detenimiento las páginas del Guyana Chronicle, este periódico parece más bien una copia barata de la crónica policial. Es tal la cantidad de crímenes y sucesos que reporta, que Capriles y su jerga antipatriótica son solo un misceláneo más dentro de la roña amarillista. Igualmente hay que destacar, que el periódico pone con preferencia en su página web enlaces a los ministerios de ese país (Agricultura; Relaciones Exteriores; Turismo, Industria y Comercio; Educación; Salud; Trabajo, Servicios Humanos y Seguridad Social; y Recursos Naturales y Medio Ambiente), como si fuera una página oficial o un vocero del gobierno guyanés.
Por más que Capriles o cualquier lacayo quieran besar las pezuñas de sus amos imperiales (disfrazados ahora de Exxon Mobil), no podrán dividir, entregar o vender ni un pedacito del territorio patrio. Y es que en primer lugar, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela es clara en su artículo 10: “El territorio y demás espacios geográficos de la República son los que correspondían a la Capitanía General de Venezuela antes de la transformación política iniciada el 19 de abril de 1810, con las modificaciones resultantes de los tratados y laudos arbitrales no viciados de nulidad”. Pero además, si los vendepatria insisten en mover sus tentáculos conspirativos para favorecer a Guyana, pueden ser acusados de Traición a la Patria y ser condenados, tal como lo establece el Código Penal en su artículo 128, a saber: “Cualquiera que, de acuerdo con una Nación extranjera o con enemigos exteriores, conspire contra la integridad del territorio de la patria o contra sus instituciones republicanas, o la hostilice por cualquier medio para alguno de estos fines, será castigado con la pena de presidio de veinte a treinta años”. Alerta lacayos que les espera todo el peso de la ley.

Nuestro Esequibo
El Esequibo abarca todo el territorio comprendido al oeste del Río Esequibo. Tiene una extensión de 159.542 km² y en ella habitan en la actualidad más de 280.000 personas. Del extraordinario y minucioso libro del Coronel Pompeyo Torrealba, “A un Siglo del Despojo. Esequibo, la Historia de una Reclamación”, extraigo los siguientes detalles y fechas relevantes para nuestro conocimiento sobre el despreciable Despojo y nuestra justa reclamación:
El territorio Esequibo fue “descubierto” por Colón en su tercer viaje (1498), denominándola Esequibo en honor a uno de sus tripulantes, Don Juan Esquivel. En 1508 el Rey de España crea la provincia de Guayana y a partir de 1777, el territorio es incorporado de lleno a la Capitanía General de Venezuela.
Al momento de declarar nuestra independencia, el 19 de abril de 1810, se señala claramente que el espacio territorial abarca toda la extensión correspondiente a la Capitanía General de Venezuela. El 5 de Julio de 1811 se firma el Acta de Independencia y en el artículo Quinto de nuestra primera Constitución se ratifica al Río Esequibo como el límite fronterizo al este de la República. Siendo estos límites reconocidos formalmente por los imperios dominantes de la época, el Británico y el Norteamericano.
A partir de 1840, el imperio Británico, actuando de manera “maliciosa”, empieza su intento de mover los límites del territorio Esequibo con el deseo de apoderarse de las riquezas de nuestra tierra. Ordena una serie de mapas y estudios topográficos al naturalista prusiano Robert Schomburgk, quien en cada nueva versión de sus mapas “movía” discrecionalmente la línea limítrofe hacia el oeste, despojando a Venezuela de sus territorios, desconociendo descaradamente los límites establecidos durante la Capitanía General de Venezuela. Estos “puntos referenciales” y unilaterales trazados por Schomburgk, fueron utilizados por Inglaterra para desplegar a sus “Colonos” con el objetivo de apoderarse del oro y las riquezas naturales existentes en el territorio, llegando incluso a pretender la posesión de las bocas del Orinoco.
Ante esta descarada invasión y su rapiña depredadora, en 1887, Venezuela rompe relaciones con Gran Bretaña y se inician, en situación de completa desventaja ante un poderoso imperio (en lo político, económico y militar), los intentos de someter el reclamo territorial al arbitraje internacional.
En 1895, el presidente norteamericano Grover señaló que “no estaba dispuesto a tolerar usurpaciones Británicas en Guayana” emplazando a la creación del Tribunal de Arbitramiento, el cual se constituyó con dos jurados ingleses, dos jurados norteamericanos y un jurado ruso. No se permitió que ningún venezolano participara en el Tribunal. El 3 de octubre de 1899 se dicta sentencia “adjudicándole a Inglaterra una superficie de 60.000 millas cuadradas de tierras auríferas y madereras, dejándole a Venezuela las tierras anegadizas y palúdicas”. Se perpetró así un auténtico y descarado Despojo. Hasta ese día ya habían transcurrido 401 años de posesión legal sobre este territorio descubierto por Colón.
El gobierno venezolano protestó de inmediato pero las amenazas de uso de la fuerza militar y de incluso perder las desembocaduras del Orinoco mitigaron las acciones de protesta. Es partir del año 1903 que representantes de Venezuela presentan ante la Corte de Arbitraje de La Haya “constancia de la farsa jurídica” del Laudo Arbitral de 1899 y se inicia un largo camino de reclamos en instancias internacionales denunciando el Despojo. En 1949 se revela además la confesión del abogado norteamericano Severo Mallet Prevost (integrante de la “defensa” de Venezuela en el Laudo), donde hace públicas las componendas, presiones y acuerdos para fallar a favor de Inglaterra. En su carta-memorando (revelada póstumamente) señaló que la decisión “fue injusta para Venezuela y la despojó de un territorio muy extenso e importante sobre el cual la Gran Bretaña no tenía, en mi opinión, la menor sombra de derecho…”.
En 1962, Venezuela expuso ante la Organización de Naciones Unidas sus argumentos legales para denunciar el Laudo Arbitral, “declarándolo nulo e irrito” por “Exceso de poder (ultra petita), presentación de mapas adulterados, y componenda de los países miembros del Tribunal arbitral”. Así, en 1966 se firma el Acuerdo de Ginebra, coincidiendo con el proceso de descolonización de la Guayana Británica, y su paso a República Cooperativa de Guyana, heredando ésta la disputa territorial. En 1970 se firma Protocolo de Puerto España con el fin de prorrogar las discusiones por doce años y en 1983 la reclamación pasa, de mutuo acuerdo, a estar sometida a la intermediación de la Secretaria General de las Naciones Unidas bajo las condiciones establecidas en el Acuerdo de Ginebra. Desde 1989 se ha utilizado la figura del Buen Oficiante, aceptado por las partes para la búsqueda de una solución satisfactoria. Esta es la situación legal vigente.

El Esequibo y los agentes petroleros
Los amigos y socios de Capriles (las transnacionales del petróleo), ávidos ahora de apoderarse del oro negro, han estado desde al año 2012, comprando y repartiéndose bloques de exploración petrolera en las costas del territorio Esequibo. Las concesiones que ha pretendido otorgar Guyana, violentan nuestra soberanía, nuestra reclamación territorial y afectan hasta nuestra Zona Económica Exclusiva correspondiente al estado Delta Amacuro. Estas aguas están pendientes por la delimitación de las fronteras marítimas, por lo que es totalmente ilegal que Guyana otorgue concesiones en un espacio marítimo que no le pertenece.

Para rematar, desde mayo de este año, asumió la presidencia de Guyana el exgeneral David Granger, quien de manera irresponsable y pateando la mesa, llegó echándole más leña al fuego arremetiendo sin cesar contra Venezuela. En menos de dos meses de mandato, su gobierno guerrerista ha asumido una actitud totalmente agresiva y beligerante en contra de Venezuela, calificando al país como “un mono en la espalda” y una “carga insoportable” para Guyana. En sus intentos de provocación (bravuconadas) ha pretendido crear un conflicto regional y ha balbuceado que desconocerá el Acuerdo de Ginebra y no seguirá con el método de los Buenos Oficios de la ONU. Según el gobierno de Granger ahora intentarán llevar su postura ante la “Corte Internacional de Justicia”. Ante estas declaraciones, nuestro Presidente Nicolás Maduro ha respondido de manera contundente: “Dentro de Ginebra todo, fuera de Ginebra nada”.
El mundo está lleno de locos y nos toca lidiar con ellos. Nuestro país, como siempre, actuará en el marco del respeto a las normas internacionales y comulgará con la solución pacifica de los conflictos. El deseo de Capriles de un conflicto entre vecinos, nunca llegará. Venezuela es territorio de paz.

TOMADO DE: http://www.psuv.org.ve/

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