sábado, 31 de octubre de 2015

El plato de lentejas


FREDDY ÑÁÑEZ


1
Atendiendo la crítica de un lector en relación a que empleaba yo muchas referencias arcaicas para tratar temas actuales —acusaba un “abuso” de epígrafes platónicos— usaré algo mucho más moderno: La Biblia. Ironía aparte, pocas veces encuentra uno en el fenómeno de lo actual algo que no haya sido pensado antes. 
Creo que hay asuntos que no pertenecen al tiempo sino a su anverso: lo eterno; y conviene tratarlos, por emergentes que parezcan, según su edad. 
A propósito de la guerra económica que opera en el 
país, voy a referirme a un aspecto que considero central
 dentro de cierta apología al mercado: la reivindicación 
del chantaje.
 Después de todo el mercado se fundamenta en el comercio de la necesidad ajena llegando a concebirla con el tiempo, no como el motor de su dinámica, sino como una mercancía en sí misma. 
Los dueños del mundo, en verdad, son dueños de 
nuestras necesidades: de cultivar la tierra, de vestirnos,
 de construir nuestras casas, de holgarnos, de crear, etc.
 Y a estas necesidades siguen otras, menos orgánicas, 
pero potentes, arando el terreno de los deseos. 
El chantaje que posiciona cada vez más la reacción venezolana en ausencia de una propuesta política “presentable” a la gente, está muy bien dibujado en ese episodio del Génesis, cuando Jacob logra que su hermano Esaú le cambie sus derechos de primogenitura por un plato de lentejas. ¿Lo recuerdan?
2
Permítanme este resumen y esta parábola. Isaac es el padre de los gemelos Esaú y Jacob. De los dos, fue Esaú el primero en asomar la cabeza al mundo, ventaja que lo convirtió en el primogénito y por ende único heredero del patrimonio de Isaac. 
La primogenitura era un privilegio que, a los ojos de la época, ninguno estaría dispuesto a cambiar por nada de este mundo. ¿Por qué Esaú lo hizo por un plato de lentejas? Porque volvía de cacería y estaba hambriento, un día en que también Jacob había preparado cena.
 Dispuesto a negociar y consciente de la necesidad ajena, Jacob le propuso al primogénito cambiarle sus derechos por comida. A Esaú, invadido por el antojo, no sólo le pareció oportuno el canje sino que lo celebra partiendo de una reflexión como esta: 
“Puede que me muera mañana o antes que mi padre y
 no disfrute de su herencia, en cambio lo que sí deseo
 ahora son lentejas”, 
y prefiere satisfacer el antojo inmediato que dominarlo. Ya sabemos el resultado. Lo devastador no es el mal negocio que hizo, sino el argumento mediante el cual se
 pretende devaluar la vida frente a su finitud, como si 
ésta restara sentido a la existencia en lugar de 
proporcionárselo.
3
Sobre esta pulsión de muerte se erige el gran chantaje que nos invita a claudicar derechos, esperanzas, principios, ideas, afectos, por la aparente satisfacción de lo inmediato: base teórica de la ideología de la supervivencia.
 Fedecámaras, la MUD, la gran prensa, el modelo liberal,
 en suma, insisten en cambiarnos las conquistas 
sociales y sobre todo la voluntad de ampliarlas, por la
 “tranquilidad” de un plato de lentejas. 
La propaganda que asedia nuestra realidad no apunta a otra cosa que a estimular nuestras conductas primarias. 
Las matrices de opinión y los anaqueles vacíos 
pretenden sustituir lo real. 
Asistimos a un intento de reptilización de la política que, hasta cierto punto, ha sido repelido por la mayoría. 
Vamos a depender cada vez más de esa voluntad del
 pueblo para vencer en su propia arena el pesimismo de
 la propaganda y al chantaje de los antiguos mercaderes

TOMADO DE: http://ciudadccs.info/

No hay comentarios:

Publicar un comentario