lunes, 16 de noviembre de 2015

La crisis mundial como trasfondo del

 debate por el balotaje argentino

(balotaje: 


m. En Francia, segunda vuelta de las elecciones 
cuando en la primera ningún candidato obtiene la 
mayoría absoluta.)





Viernes 13 de noviembre de 2015, por Julio Gambina *



Se acerca la fecha del balotaje, el 22/11, y se multiplican los análisis sobre las posibilidades futuras de la evolución económica, política y cultural de la sociedad argentina bajo el nuevo gobierno que se instale el 10 de diciembre.


* Director del Instituto de Estudios y Formación de la CTA (IEF-CTA).
Existe una politización creciente del debate cotidiano y no existe la indiferencia, sea por el voto a uno u otro, e incluso por el voto blanco, nulo, impugnado, o directamente la acción de no asistir a votar.

La cuestión no solo aparece en el país, sino que es motivo de discusión en toda la región, algo que verificamos en Medellín entre el 9 y 13 de noviembre, en el ámbito de la XXV Asamblea de CLACSO, el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, y su VII Conferencia de Ciencias Sociales con intelectuales y académicos de toda la región y el mundo.

Una pregunta obligada que receptamos es ¿cómo está la situación en Argentina y quién ganará? Para luego asociar la respuesta a una conversación sobre lo que ocurre en toda la región.

Es más, en dos conferencias magistrales, masivas, de los ex presidentes de Brasil y Uruguay, Lula y Mugica; ambos expresaron las preocupaciones por los tiempos que corren en el mundo y en la región. 
Pusieron de manifiesto las tensiones que existen sobre el proceso de cambio regional en curso en este comienzo del Siglo XXI. Es un tema que recorre buena parte de las discusiones en paneles diversos, pero sobre todo en los corrillos informales.

La discusión apunta a discernir sobre el momento actual del proceso de cambio político regional.

Algunos resaltan en sus intervenciones y debates las tareas pendientes de los gobiernos, mientras que otros argumentan sobre los proyectos que quedaron en el camino y podrían haber intervenido en la promoción de cambios estructurales; especialmente todo lo atinente a nuevas articulaciones productivas en materia de alimentos y energía, sin olvidar la propuesta por una nueva arquitectura financiera, por remitir a los “económico”.

Esta iniciativa política sobre las finanzas tenía en el Banco del Sur un eje central para pensar en financiamiento para un desarrollo alternativo, o mejor aún, alterativo. Toda demora en su ejecución fortaleció condiciones de rearme del poder.

La crisis, el secretismo y la restricción democrática

La cuestión de fondo que tiñe el debate local, regional y mundial es la continuidad de la crisis mundial y la ofensiva capitalista por la liberalización, entre lo que destaca el reciente Tratado Trans-Pacífico, el TPP.

A 10 años del No al ALCA, la ofensiva del secretismo vuelve con el TPP, demostrando que la lógica neoliberal del capitalismo de ésta época es profundamente antidemocrática.

De hecho, el capitalismo está reñido con la democracia, sea por las negociaciones secretas de los tratados de libre comercio, como por los acuerdos empresarios, caso de YPF con Chevron, ahora con disposición de la Corte Suprema para hacerse públicos.

El capitalismo no conjuga con la transparencia y por eso promueve democracias restringidas que solo contemplan los intereses del poder económico, que en este tiempo son los de las corporaciones transnacionales, asistidas por los Estados de origen y de aquellos Estados que disputan la radicación de inversiones externas.

Resulta curioso confirmar como los Estados Nacionales son los que discuten, en secreto, los tratados comerciales, de liberalización de la economía. El propósito apunta a favorecer las demandas y condiciones de los grandes monopolios transnacionales.

En el TPP destacan las presiones de las corporaciones farmacéuticas que pujan por privilegios a sus marcas por encima de los genéricos. Defienden sus derechos de propiedad intelectual, afirmando la lógica por el derecho a propiedad que sustenta el orden capitalista.

No solo propiedad de patentes, sino también derechos de autor y con ello el control sobre internet. El programa de la liberalización sostiene hoy una fuerte ofensiva para condicionar cualquier variante en el gobierno de la Argentina o de la región.

El libre comercio se agotó hace siglo y medio con la aparición de los monopolios, Sin embargo, el debate de ideas que genera sentido común mayoritario aboga por la libertad de comercio, el libre cambio y la libre competencia, como si ello fuera posible en tiempos de la dominación monopólica de las corporaciones transnacionales.

Se trata de un tema clave cuando se piensa en la dominación del modelo productivo y de desarrollo en la Argentina y en Nuestramérica, algo que se pone en juego en momentos de discusión electoral y de politización de la sociedad. Aunque no necesariamente esta sea la agenda de discusión y muchas veces se agota en el debate sobre el mal menor, o quién es peor en este sentido.

La hipoteca de la institucionalidad de los 90

El programa de las transnacionales es la liberalización y se canaliza por variados mecanismos institucionales y jurídicos que atan a los países a la lógica del libre mercado, aunque insistamos que ello es un sinsentido en la era de la dominación transnacional.

Los años 90 fueron prolíficos en la suscripción de esta juridicidad que hipoteca a los países a la lógica capitalista del ilusorio libre mercado. 
Es el tiempo del ingreso a la política de Macri y de Scioli, ambos de la mano de Menem. Las políticas neoliberales de los 90´ generaron cambios estructurales regresivos, que al no modificarse condicionan futuros cercanos de restauración conservadora.

Un dato importante es que muy pocos países intentaron en estos años revertir esos condicionantes en momentos de mayor acumulación de poder legislativo y consenso social. 
Ahora, con mengua en el consenso electoral, ya parece tarde para encarar la tarea, mucho más si se dificultó el proceso de movilización y organización social.
Entre otras consideraciones, una de las cuestiones más discutidas en estas horas remite a la inserción internacional de la Argentina, y por ende, de la región.
 
La sospecha de una nueva ronda de subordinación a EEUU aparece con mucha fuerza.

Claro que también aparece debilitada la iniciativa por una integración alternativa, que incluso desarrolló cierta institucionalidad (ALBA-TCP; UNASUR, CELAC) con escasa acción sobre los asuntos estructurales del orden económico y la producción.

Es más, existen señales en todos los países vecinos para desandar rumbos de profundización de integración regional y reorientar los vínculos con el programa liberalizador. 
El frustrado intento uruguayo de subirse al TISA estaba en ese camino, como los obstáculos desde Brasil para la nueva arquitectura financiera regional y relocalizada con privilegio hacia China y los proyectos del bloque de los BRICS. 
En el Mercosur crecen las tensiones variadas que limitan sus aspiraciones de constituirse en bloque para la integración alternativa.

La estrategia del poder imperialista y las nuevas resistencias

Por su parte, EEUU está activo al no superar la crisis mundial disparada desde su territorio en 2007 y empeñado en no habilitar mayor espacio a la acumulación global de poder de otras potencias, máxime luego de los acuerdos entre China y Rusia.

Es la política exterior estadounidense la más interesada en la promoción y extensión del libre comercio, sustentado en la expansión territorial de las empresas transnacionales originadas en ese país.

La orden del día es frenar la expansión y el desafío global de China, mientras intenta condicionar la autonomía que Europa pretendió con la emergencia del euro. Ese es el marco de la subordinación imaginada de nuestros países a su política de liberalización.

Es un problema para la Argentina y para Nuestramérica la situación, ya que el cambio de la situación económica mundial, con caídas de los precios de las comodities de exportación, que favorecieron holgados presupuestos para políticas sociales masivas, parecen agotarse.

La deuda externa aparece como una solución en la agenda de los presidenciables, tanto como la apertura a las inversiones externas, lo que supone la continuidad esencial del modelo productivo y de desarrollo sustentado en la transnacionalización de la economía local, que no es muy distinto de lo que acontece en la región Nuestramericana.

El desafío para la sociedad, especialmente para el movimiento popular, más allá del resultado electoral, pasará por reinstalar un debate de ideas y una densidad social organizada y en lucha contra el discurso y las acciones por el libre comercio, la libre competencia y el libre cambio, y así habilitar condiciones de posibilidad para avanzar en el cambio político y en el imprescindible campo de la economía, la gran asignatura pendiente de este tiempo histórico.

Sobre el cierre de la Conferencia de CLACSO pude ser comentarista de una conferencia de Theotonio dos Santos sobre Democracia y Socialismo en el Capitalismo Dependiente.
Con la trayectoria del teórico de la Dependencia se pudo reinstalar una discusión actual sobre la ilusión del “fin del socialismo” que las clases dominantes pretendieron instalar en los 90´, y la necesidad y el desafío para el pensamiento crítico por discutir el capitalismo actual y prefigurar las luchas presentes y futuras por el socialismo.





El balotaje, o el fracaso de la utopía del capitalismo nacional

El balotaje, o el fracaso de la utopía


 del capitalismo nacional


12 noviembre, 2015 Marcha 
Por Daniel De Santis
En la serie de miradas sobre las posturas ante el balotaje entre Scioli y Macri, esta vez opina uno de los referentes de la Juventud Guevarista. Su análisis de la situación por venir y una polémica con los dichos de Atilio Borón.

En la noche del 30 de octubre de 1983, con la esperanza de escuchar los datos del escrutinio de las elecciones en la Argentina, conecté la antena de la radio a la del televisor. De esa forma tenía la esperanza de captar alguna emisora de Argentina en la lejana Managua. Mi improvisada antena me permitió escuchar un hilo de voz de la cadena Caracol de Colombia. Los primeros cómputos daban ventaja para el candidato de la UCR. “Ya vendrán los votos peronistas que pongan las cosas en su lugar”, pensaba. Pasaban las horas y la ventaja se mantenía hasta que alrededor de las seis de la mañana la tendencia resultaba irreversible. Había ganado Alfonsín, el candidato de la UCR. Producto de mi desinformación, pensaba que el mal menor era Lúder y que una presidencia de éste favorecería nuestro retorno a la Patria.

Con mejor información, comprendí que el resultado electoral no fue fortuito. Alfonsín había levantado un programa de democratización y denuncia de los militares, mientras que el peronismo había lucido su peor cara, la fascistoide. El formato y la hegemonía burguesa hacen que las elecciones renueven las esperanzas en los representantes del capital pero, de todas maneras, son un reflejo de la situación política y de las propuestas que realizan los partidos.

Con un oído en el pueblo y el otro en el PRT
En agosto, antes de la elección de primera vuelta, habíamos pensado que en caso de balotaje propondríamos un voto programático. Igual que en el 83, el resultado fue sorpresivo y el peronismo había construido su derrota.

Lejos de dar una respuesta estrategista o no comprometida, los integrantes de la Juventud Guevarista, educados en la cultura del PRT, como cosa natural fuimos a escuchar lo que decía el pueblo en las calles, en los barrios, en los lugares de trabajo, de estudio, y la gente conocida que había votado a la Unión del Pueblo en las primarias y al FIT en la general. 

El resultado fue que nuestra militancia se orientaba mayoritariamente al voto en blanco o a no votar, mientras que nuestra influencia y la del FIT, hacia el voto a Scioli.

Cinco días después, en una apasionada y fraternal discusión llegamos a conclusiones, que en su parte operativa expresan que “el próximo 22 de noviembre, nos imponen tener que elegir entre Scioli o Macri, dos representantes del capital más concentrado. 
Sabemos que cualquiera que gane tomará medidas antipopulares para sostener sus intereses, pero entre ellos tienen algunas sutiles diferencias

Estas, magnificadas por la propaganda kirchnerista, hacen que amplios sectores de nuestro pueblo sientan que pueden expresar su rechazo a la versión más cruda del neoliberalismo (Macri) votando a Scioli. Nuestra postura parte de la idea de unir al pueblo y que no nos separe la polarización entre quienes utilizarán el voto en blanco como forma de resistencia y quienes consideran votar a Scioli de manera defensiva ante una peor opción. 
Hay que unir esas formas de resistencia. Polarizar y dividir a estos sectores de la población es la táctica kirchnerista, como continuidad de la división de las organizaciones populares, sindicales y de izquierda, para llevar parte de esos fragmentos a votar a un candidato de derecha, para luego del 10 de diciembre ser ellos los que encabecen la oposición”.

Causas estratégicas de la derrota kirchnerista
La política kirchnerista logró el reconocimiento del conjunto de la burguesía al recomponer la gobernabilidad capitalista. 

Ello se apoyó en la desarticulación de la resistencia y la organización popular; la recuperación de la legitimidad del Estado burgués y sus instituciones; el respeto del orden económico internacional liderado por el imperialismo. Logrado este objetivo, los sectores tradicionales de la burguesía se lanzaron a la demolición del kirchnerismo para imponer un gobierno de su propia entraña.

Exhibiendo su pericia política, los Kirchner resistieron varios años pese a que su proyecto estaba asentado en una utopía: desarrollar el país apoyado en una inexistente fracción de la burguesía nacional con contenido antiimperialista, o en la ilusión de su creación. Porque el antiimperialismo de la burguesía nacional siempre ha sido inversamente proporcional al capital acumulado. 
Como complemento de su construcción, buscó su fuerza militante poniendo el eje en la juventud de la pequeña burguesía. 
Por su concepción capitalista, nunca consideró a la clase obrera como sujeto de cambio, pero desestimó la concepción clásica del peronismo que la consideraba columna vertebral del proyecto nacional burgués.

El resultado del conflicto con las entidades agrarias significó la derrota estratégica del proyecto kirchnerista, y una nueva demostración de que no se puede hacer de la Argentina un país moderno y desarrollado conducido por la burguesía nacional, sea “productiva” o tradicional. Tras 12 años de gobierno, no se ha modificado la matriz productiva del país, y seguimos siendo un país agro exportador dependiente del imperialismo.

La debacle kirchnerista no es responsabilidad de los movimientos sociales, de las luchas populares, ni de los pequeños partidos de izquierda, sino de un modelo que promovió la inclusión a través del consumo. Porque el consumismo despolitiza, potencia el individualismo y genera conformismo, es el caldo de cultivo de la derecha. 
Esta política se llevó adelante sin participación popular, al pueblo se lo mantuvo como espectador y a la militancia como mera divulgadora de la política oficial.
En respuesta a Atilio Borón

Nosotros no llamamos al voto en blanco, pero recogimos el guante porque Borón se equivoca al poner la línea de confrontación entre voto en blanco y el voto a Scioli. La línea divisoria está entre los que luchan en contra del ajuste y quienes quieren ajustar.

Titular su nota “El voto en blanco es un voto por el imperialismo” es un exabrupto que intenta producir un golpe de efecto sin aportar claridad en medio del combate. Con el lector shoqueado, lo induce a aceptar como bueno el voto al “mal menor”, para lo cual se vale de una serie de argumentos lógicos. 
Estos tiene su parte de verdad, pero luego las conclusiones así obtenidas deben ser contrastadas con la historia para ver qué queda en pie. Veamos:
Así por caso, Borón realiza una improcedente comparación entre políticos burgueses. 
Efectivamente, Alfonsín no era lo mismo que Herminio Iglesias, pero viene más al caso comparar a Videla con Menéndez quienes, con matices, expresaban la misma política, ya que no es válido buscar la diferencia entre usar la picana con 220 y con 110 voltios. 
La línea del mal menor presenta como realista una política de negociar con el poder que conduce de un retroceso a otro, línea no descubierta por el kirchnerismo sino que es patrimonio de las corrientes populistas y reformistas de todo el mundo. 
En los 70 el Partido Comunista apoyaba a Videla para evitar el pinochetazo de Menéndez, en los 80 el peronismo de izquierda sostenía a Menem en contra del lápiz rojo de Angeloz, en los 90 el progresismo de clase media a De la Rúa en contra de Duhalde, y ahora el kirchnerismo el ajuste supuestamente suave de Scioli contra el duro de Macri. Esta política que cede el protagonismo al “menos malo”, es desmovilizadora, no construye organización revolucionaria, ni militantes solidarios y entregados a la causa del socialismo. No promueve la transformación radical de la sociedad.

La experiencia más evidente y negativa entre línea política reformista-oportunista y sus consecuencias orgánicas la tenemos en la trayectoria del PC. Su política se basó en la conciliación de clases y en la búsqueda de una burguesía nacional antiimperialista -postulados básicos de sus acuerdos con el kirchnerismo-, que carcomió la moral de sus dirigentes llegando a colaborar con la Dictadura. Su resultado es un Partido –y un militante- incapaz de asumir el menor riesgo, consolidando sus posiciones oportunistas. Borón acusa de academicista al voto en blanco pero al no considerar la importante faz orgánica del movimiento es él quién cae en ese error.

Escribe Borón: “Habría que discutir las razones por las cuales luego de más de treinta años de democracia burguesa las izquierdas no hemos todavía sido capaces de construir una sólida alternativa electoral”. Por razones de espacio, vamos a dar sólo una más: algunos sectores de la izquierda nacionalista, gran parte del progresismo y la academia, y la mayor parte de la izquierda, tanto trotskista como estalinista, buscó con empeño enterrar la experiencia más avanzada en la lucha por el socialismo, la del PRT y de su líder Mario Roberto Santucho: tergiversaciones de la historia, campaña de calumnias, acciones punitivas para evitar que resurja su memoria. 
Luego de la Rebelión, algunos grupos juveniles rastreando la historia han comenzado a reconstruirla, pero en ese camino la ideología dominante pone sucesivos velos y ofrece permanentes tentaciones de alternativas más dulzonas, como denunciaba el Che Guevara.

El voto en blanco es una forma válida de mostrar rechazo a ambos pero será insuficiente, ya que no tendrá la masividad necesaria como para condicionar al gobierno surgido del balotaje. 
El voto a Scioli, de los que así sienten que se oponen al neoliberalismo, es comprensible en este contexto, pero ninguna forma de votar resuelve la situación, por lo tanto no debemos buscar el enfrentamiento sino unir a los que votan en blanco o no van a votar, con los que expresan su forma de resistir votando a Scioli.
Se ha depositado en nuestros explotadores una confianza que no merecen. 

Cualquiera que gane, tendremos que salir a pelear contra las medidas antipopulares que no tardarán en llegar, y para revertir la situación de pasividad, donde las clases dominantes nos imponen tener que elegir entre dos de sus candidatos, tenemos que asumir el compromiso de participar en política, involucrarnos en las decisiones. 
Pero en otra política, la nuestra, la de los que vivimos de nuestro trabajo, la de la unión del pueblo por abajo.
Aportado por Abel Bo



No hay dos sin tres: las posiciones de la izquierda ante el balotaje

No hay dos sin tres: las posiciones 


de la izquierda ante el balotaje


13 noviembre, 2015 Marcha  
Por Martín Alvarez*
Una ajustada diferencia de dos puntos y medio en las elecciones presidenciales entre Macri y Scioli, sumada a una aplastante derrota del Frente para la Victoria en la provincia de Buenos Aires, bastión del peronismo, caldeó los debates camino al balotaje. ¿Qué papel cumple la izquierda en este contexto? ¿Qué posiciones está tomando? ¿Cuál es el escenario que este sector avizora para después del 22 de noviembre?

Existen varias coincidencias en las distintas expresiones de izquierda de cara al balotaje.
 La primera, es que a todas les sorprendió el resultado, no era previsible que la diferencia en una polarización ya cantada sea tan ajustada.
 La segunda, es que mayoritariamente ven que ambas alternativas son producto de un giro a la derecha del electorado, también concuerdan que en el futuro inmediato se vienen tiempos de ajustes, devaluación y contexto hostil para los trabajadores.
 La tercera, que es responsabilidad del kirchnerismo no tener un candidato propio y haber apostado a uno más moderado. 
La cuarta coincidencia es que en América Latina se viven tiempos de avances de la derecha continental.

No da lo mismo
Hay distintos argumentos que esgrimen varias organizaciones para llamar a votar a Scioli en el balotaje, todas buscan diferenciarse con quien encabeza la lista del Frente para la Victoria y marcando distancias para no confundir, sobre todo a las propias filas.

En principio hay una caracterización de ruptura del kirchnerismo con el neoliberalismo; demostración de fe presentada sobre la mesa es haber sido el país anfitrión de la derrota del ALCA en el continente. Macri representaría un regreso al neoliberalismo de corte duro.

Consideran también que existiría un peligro de retroceder en ciertas medias progresistas y distribucionistas que ampliaron derechos durante la última década: ley de medios, Asignación Universal por Hijo, matrimonio igualitario, entre otras. También destacan en el mismo sentido la estatización de las AFJP y de parte de los activos de YPF.

Además consideran que en el tablero geopolítico mundial, Macri está alineado a los intereses norteamericanos, y esto pondría en riesgo a los procesos latinoamericanos como Venezuela, Ecuador, Nicaragua, Cuba y Bolivia.

De cara al futuro, enuncian que no es lo mismo para el terreno de las disputas políticas y las luchas por venir tener a Macri como presidente, ya que Scioli permitiría sostener un piso de conquistas sociales que caracterizan que con el PRO se derrumbarían.

Las fuerzas políticas que respaldan esta posición son Quebracho, Patria Grande, Partido Comunista, Movimiento Emancipador, Movimiento Seamos Libres, Caminos de los libres, entre otras.
Una variante de esta postura, es la consigna “No, Macri, no” de Ciudad Futura de Rosario. Esta posición también ha sido tomada por distintos sectores de artistas e intelectuales, trabajadores de organismos públicos, entre otros.

A votar en blanco
Es la tendencia mayoritaria de la izquierda de cara al balotaje. Con un caudal que pisa el millón de votos en el país, el Frente de Izquierda y los Trabajadores ha llamado a votar en blanco; cabe destacar que varias fuerzas por fuera del frente llamaron a votar por él, en primera vuelta. 

El principal argumento es la independencia de clase ante opciones patronales. Difieren un poco en cuanto a si ambos candidatos son o no lo mismo, pero todas caracterizan que es necesario profundizar los procesos de desarrollos políticos ante tiempos adversos y de posibles aumentos de las confrontaciones políticas y sociales.

Son críticos agudos de las políticas kirchneristas que fueron en detrimento de los intereses de los trabajadores y mucho más de la anuencia de varios de los sindicatos para con el gobierno durante un amplio proceso de la llamada “década ganada”.
Quienes hasta ahora llaman a votar en blanco son Frente de Izquierda y los Trabajadores (Partido Obrero, Partido de los trabajadores Socialista, Izquierda Socialista, Partido Socialista de los Trabajadores Unificado), Movimiento al Socialismo-Nueva Izquierda, Autodeterminación y libertad, Frente Popular Darío Santillán Corriente Nacional. 
Aún quedan importantes sectores de izquierda como el Movimiento Político La Dignidad, la Corriente de Organizaciones de Base La Brecha que no se han expresado públicamente, todo indicaría que apuntan a centrarse en esta posición.
Pasos del movimiento real y los mil programas

Vivimos una coyuntura ideal, una excusa perfecta para ampliar los debates necesarios para que el avance programático se traduzca en avances en el terreno concreto.

Las decisiones que se están tomando en torno al balotaje no son ni más ni menos que el resultado de un desarrollo ya elegido y trabajado por las distintas fuerzas, no es una opción ante la sorpresa del emergente inesperado de la derecha vernácula. En este sentido cada una va orientando sus posiciones a los caminos ya trazados.
Quienes apoyan a Scioli están reforzando marcos de alianzas que se venían moderadamente dando. 
No pueden darse el lujo de no llamar a votar a Scioli, de hacerlo, perderían años de políticas orientadas a dialogar con la izquierda del kirchnerismo y el progresismo crítico.
Varias de las organizaciones de la campaña “No nos da lo mismo” son kirchneristas como es el caso del Partido Comunista; otras fueron parte de lo que se denominaba el kirchnerismo crítico. 
Con todas, Patria Grande se dio el trabajo durante estos últimos años de tender puentes de diálogos y encuentros. 
Una mirada regional común en cuanto a los gobiernos progresistas y con un talante antiimperialista, les facilitó la confluencia ante entuertos como la elección del “mal menor”. 
Es coherencia política por parte de Patria Grande seguir construyendo para convertirse en la referencia de centro izquierda, hoy vacante, producto de estar desaparecida, derechizada, aggiornada.
La otra característica que lleva a la decisión es que estas fuerzas no tienen un desarrollo sindical de peso. En el caso de Patria Grande, existe un retroceso de sus fuerzas en el ámbito universitario del cual surgió, una incipiente aparición en el ámbito electoral y el sostenimiento de algunos sectores de movimientos territoriales provenientes originalmente del Frente Popular Darío Santillán.

Por su parte, quienes llaman a votar en blanco son organizaciones que fueron parte de la conflictividad sindical en los últimos años (Lear, Gestam, Donnoley, la 60, etc.) y de la organización clasista que disputa a las burocracias sindicales. Sería imposible que las organizaciones que fueron reprimidas, criminalizadas, espiadas, encuentren en la variable más de derecha al kirchnerismo actual una salida de “mal menor”.

También es coherente por parte de quienes llaman a votar en blanco cuidar la referencia construida al calor de la lucha sindical. 

Mantener independencia de los candidatos de los partidos patronales sería una clara señal hacia los trabajadores con quienes durante años tendieron puentes de diálogo y construyeron procesos de luchas a costa de grandes victorias, pero también de estrepitosas derrotas. Seguir la línea de hacer crecer sus filas, ganar sindicatos y más aún ante una coyuntura de devaluación, posibles techos salariales bajos y ajustes varios.

Por último, otro de los grandes problemas es la situación de cara al continente.
 La posición de algunas de estas fuerzas, sobre todo el FIT, con respecto a las caracterizaciones de los gobiernos progresistas y revolucionarios de América Latina es muy dura. 

Del otro lado, encontramos caracterizaciones optimistas y permisivas de ciertos sectores para con gobiernos complejos como son el caso de Ecuador y Bolivia. 
Pocas organizaciones son quienes ven en la crítica un baluarte de la revolución y certeramente se han parado contrarias al desarrollo extractivo y la dependencia al capital internacional por más distribucionismo que se enarbole. 

En este sentido cabe preguntarse ¿es lo mismo Scioli que Macri? No, claramente no. Y en el caso de Scioli, no hay garantías de continuidad en el marco regional a las políticas del kirchnerismo. 
Vaciarlas, moderarlas, enfriarlas también parte de un cambio que es más factible que ocurra a que no pase.

La izquierda en Argentina se está expresando, debatiendo, posicionando, trazando su propia historia. Todas coinciden de cara al futuro en un punto más. La coyuntura es una oportunidad para avanzar en la lucha política.
*Productor Cartago tv, investigador del Observatorio Petrolero Sur (La opinión vertida en la nota no representa a los colectivos, ni a los miembros de los espacios a los cuales pertenece).


La izquierda y la “independencia” frente al balotaje

La izquierda y la “independencia” 


frente al balotaje


 6 noviembre, 2015 Marcha 

Por Fernando Rosso y Octavio Crivaro*
Abrimos las puertas al debate sobre las posturas ante el balotaje del próximo 22 de noviembre. Desde el periodismo, organizaciones políticas y sociales argumentan y expresan sus opiniones y posturas. 

Esta vez, es el turno de La Izquierda Diario.
Las elecciones del domingo 25 de octubre provocaron un terremoto político general con epicentro en el planeta oficialista.


El Frente para la Victoria ganó en la aritmética del resultado y perdió en balance de la jornada política.


El oficialismo estaba confiado por la presunta indiferencia de un conservadurismo que parecía teñir la escena de la transición y por la relativa “tranquilidad” económica. Finalmente, se les vino la noche más oscura de la “primavera kirchnerista”


Un corolario que no estaba en los cálculos de nadie y menos en el de los protagonistas más castigados. Daniel Scioli pasó de ser el candidato natural a ocupar el sillón de Rivadavia, al incómodo lugar de tener que transitar un camino cuesta arriba hacia un balotaje incierto.

Para comenzar, hay que afirmar que el avance del PRO-Cambiemos es una consecuencia del fracaso estrepitoso de la famosa “batalla cultural” y de la larga derechización del kirchnerismo. Un desplazamiento que lo llevó a encumbrar a un menemista como Daniel Scioli como el candidato a la sucesión. Mimetizado con la derecha fue a darle “pelea” en su terreno y hasta se apropió de su personal político. Copió sus gestos, sus formas, su contenido y gran parte de su programa.


El kirchnerismo perdió alrededor del 40% de los votos desde la elección presidencial del 2011. Lejos de haber perdido apoyo solamente en la clase media “lanatista”, buena parte de la fuga de votos fueron de la clase trabajadora y del pueblo pobre. 


Esto se fue cocinando, entre otras cosas, por sostener el impuesto al salario (y la acusación de privilegiados hacia los que sufren descuentos), atacar sistemáticamente a los docentes, por la precarización laboral y el deterioro de la situación económica en general. Los paros generales fueron expresando y, al mismo tiempo, incentivando ese proceso.

La candidatura de Martín Insaurralde, con la que –encima– el peronismo perdió en 2013 en la provincia de Buenos Aires, fue una transición hacia la sciolización completa. El “baño de humildad” en el que Cristina sumergió forzosamente a Florencio Randazzo fue el otro gran hito en ese transitar.


El tridente ofensivo del gabinete que adelantó Scioli: Sergio Berni, Ricardo Casal y Alejandro Granados, son la avanzada “armada” de un equipo que puede ser la envidia de Mauricio Macri. Los agentes del trabajo sucio de la crónica de un ajuste anunciado. Mario Blejer, Miguel Bein, Oscar Cuartango, Juan Manuel Urtubuey, son algunos de los representantes técnicos o políticos encargados de planificar la hoja de ruta sciolista. Los ajustadores de “guante blanco”, por un lado, y los garantizadores verde oliva del orden, por el otro.


Balotaje: al fondo a la derecha
Por todo lo que representa Mauricio Macri como ideario derechista, frente al balotaje, el Frente para la Victoria pretende instalar una polarización con el objetivo de embellecer a Scioli y diferenciarlo de la “dictadura” que presuntamente restaurará el macrismo. Pero así es difícil.
“Macri es la dictadura”, sentencian los kirchneristas y repiten sus flamantes y deshonrosos satélites que orbitan por izquierda. No les importa que el propio exmotonauta haya declarado en plena década de 1990, en la “combativa” revista Playboy, que Videla se animó a hacer lo que nadie quería. Scioli reivindicó la lucha contra la subversión, es decir, la dictadura. Parece que en la religión que encarna el Mal Menor, este pecado no está entre los siete capitales.
Pero si la dictadura amarilla ocupa hace ocho años la Ciudad de Buenos Aires, encontró “colaboradores fieles” y a medida en el kirchnerismo. Todas y cada una de las principales medidas del gobierno porteño fueron aprobadas con los votos del kirchnerismo: la creación de la Policía Metropolitana, la expansión de la burbuja inmobiliaria y los negociados de la construcción. En cada una de las resoluciones centrales del gobierno del PRO, hubo votos no sólo kirchneristas sino especialmente camporistas. Parafraseando a Sartre, los “nacionales y populares” pueden afirmar: “Nunca fuimos tan libres como durante la ocupación macrista”. Libres de principios y de escrúpulos. Si Macri es la dictadura, el kirchnerismo le garantizó su “régimen de Vichy” en la capital del país. ¿#SiGanaMacri se nacionaliza tremenda experiencia de co-gestión?
La izquierda conoce bien lo que es Mauricio Macri, porque estuvo en el Parque Indoamericano cuando el “estado mayor conjunto” de las fuerzas de seguridad de la Ciudad y la Nación reprimió y asesinó a los que reclamaban el sacrilegio de tener una casa. Macri fue la represión a los enfermeros del Borda o el ataque a los docentes, y la izquierda estaba del lado correcto de la barricada. No tienen que contarle sobre los talleres clandestinos ni sobre la vida en las villas, porque sus militantes, muchos de ellos inmigrantes, sufren y combaten esa realidad diariamente.
Es el kirchnerismo el que tiene que explicar porqué cogobernó todo este tiempo con Macri, con la derecha, con la dictadura, que repentinamente amenaza al “país normal”.
La incomodidad de ser de izquierda
Pero lo llamativo no es la nueva fase del relato kirchnerista, una reedición empeorada de otros discursos falsamente épicos (la lucha contra Clarín, que está más vivo que nunca; la batalla contra la Oligarquía, que sigue abultando sus ganancias).
Lo verdaderamente sorprendente es la justificación por parte de cierta izquierda que alguna vez, allá lejos y hace tiempo, se autodefinió como “independiente”, de la más grande y grotesca mentira de la “década fingida”. La quimera que dice que Scioli es esencialmente distinto a Macri. Este ha sido el verdadero Rubicón para esta izquierda.
Es tan gigante el invento “Scioli progresista”, que no lograron convencer ni al inefable Florencio Randazzo. Eso sí, con memes, relatos apócrifos de votantes del FIT presuntamente asustados con Macri, afiches seudo espontáneos, y más recursos, vienen a la caza del cerca de millón de votos que obtuvo el Frente de Izquierda y de los Trabajadores.
Que el kirchnerismo se rinda ante un menemista es explicable y hasta justificado desde su perspectiva política y moral, y desde su génesis e historia; pero que una autodenominada izquierda “independiente” capitule a los pies de la ola naranja, es un fenómeno aberrante verdaderamente inédito. Y un salto mortal en calidad desde el slogan acuñado de “apoyar lo bueno y criticar lo malo”.
Y los fundamentos son realmente estrafalarios. La capitulación gratuita al sciolismo se justifica con ataques al FIT por “sectario” o por sostener una posición “cómoda”.


Como el apoyo a la Rural, pero al revés
Quienes, efectivamente, consumen lo que anuncian quedarán marcados con un sello indeleble, como aquella otra izquierda que se sumó impunemente al movimiento conducido por la “Sociedad Rural”. Scioli es la “Sociedad Rural” del universo “nac&pop” y una parte de la izquierda independiente camina con Scioli hasta el cuarto más oscuro de todos. No solo acompaña al kirchnerismo en su fase más derechista hasta la puerta del cementerio, sino que entra y cava la fosa común y se echa tierra encima. Todo en nombre de un supuesto realismo.

Un curioso realismo que hasta ahora los ha mantenido marginales frente a los grandes problemas de la vida nacional. El FIT logró emerger como un actor con peso (diputados nacionales y legisladores provinciales, protagonismo en los combates políticos y de la lucha de clases más destacados) en cada una de las discusiones nacionales. La fortaleza del FIT, justamente, se sostiene sobre la base de haber mantenido una posición independiente y de lucha, justamente, la “incómoda” posición de una izquierda combativa.


El cotejo de los candidatos a “los votantes de Del Caño” confirma que el FIT ha logrado ubicar a la izquierda como minoría gravitante de la política nacional.
Julio López, Luciano Arruga, Mariano Ferreyra, la masacre Qom, conflictos obreros como el Casino, Mafissa, Lear, Kraft, Liliana de Rosario, las huelgas docentes, el conflicto agrario; fueron algunas de las batallas en las que la izquierda (consecuente) demostró que a la izquierda del kirchnerismo no había un muro, sino una tendencia política con la fortaleza de enfrentar al gobierno y su cúmulo de mentiras ideológicas. Fue una orientación alternativa a la de buscar con lupa los aspectos progresivos de un gobierno que asesina pueblos originarios y regala las riquezas de nuestro suelo a la Chevrón. No hay forma de explicar la performance electoral del Frente de Izquierda sin esas luchas previas y simultáneas. Los atajos no valen por principio, pero tampoco brindan resultados en el desarrollo político.
La independencia en cuestión


Hace algunos años, en medio del vendaval reaccionario neoliberal e individualista, cuando la política partidaria era un “cuco” extemporáneo, llamarse “independiente” otorgaba prestigio, pedigree. Casi que la “independencia” se medía en relación, justamente, a los partidos de la izquierda, que para entonces eran pequeñas capillas de resistencia. La emergencia del kirchnerismo, y de sus oposiciones polares, dio al término “independencia” otros contornos.


Es independiente la izquierda que defiende los intereses de los trabajadores y de los oprimidos en general, frente a un Estado y un Gobierno post 2001 que malversó demandas populares para reconstruir la autoridad estatal. Pensándolo desde hoy, casi en soledad la izquierda trotskista mantuvo esa posición independiente en la década kirchnerista. Muchos de los “independientes” fueron transitando la diáspora de la subordinación a la “historia oficial”. La estación Scioli es la última parada, la más burda y dramática también, de un recorrido que lamentablemente no fue sorprendente. El argumento de que con el exmotonauta estamos mejor para frenar el avance de la derecha en Nuestra América no compite: no se frena a la derecha con más derecha. Ni acá, ni en Venezuela ni en la China.


Si existe un consenso generalizado en medio de las polémicas, está basado en el hecho innegable de que con cualquiera que gane el 22 de noviembre, se va camino a un ajuste. Los asesores económicos anuncian los programas de ajuste en los banquetes del establishment y los candidatos tratan de esconderlos para la tribuna. La izquierda pasará a posición defensiva para organizar la resistencia. El voto en blanco o nulo es el primer acto de esa resistencia. El apoyo político al “mal menor” es un respaldo al enemigo y una capitulación por adelantado.


Es difícil que la historia absuelva a quienes transiten este reco
rrido. Una izquierda que quiera medirse ante la Historia, es decir, ser una referencia organizativa y política anticapitalista, antiimperialista y socialista de los trabajadores, y no liquidarse en el intento, no puede convalidar este fraude.

El Frente de Izquierda y de los Trabajadores, así como otras organizaciones de izquierda como el Frente Popular Darío Santillán-Corriente Nacional, o referentes históricos como Guillermo Almeyra, decidieron no cruzar ese Rubicón.


Quizá algunos los que sí estén sumergidos en ese río pantanoso estén a tiempo de volver a la orilla y salvarse.

* Parte de La Izquierda Diario (http://www.laizquierdadiario.com/)
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TOMADO DE: http://noticiasuruguayas.blogspot.com/

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