viernes, 15 de abril de 2016

Cristina Fernández de Kirchner:  (CFK)


Las fotos de la semana desconciertan al oficialismo. 
A pesar de todos los intentos de los últimos años para demonizarla a través de la agobiante cadena de los medios hegemónicos, CFK continúa convocando multitudes. 

Sin dudas, algo insólito en nuestra historia reciente. Desde el retorno a la democracia, ningún mandatario despertó tanta pasión, salvo Raúl Alfonsín, pero mucho tiempo después de dejar la presidencia. 

Desde que salió de su casa en El Calafate hasta que saludó en el balcón de su departamento en la CABA, Cristina no estuvo sola. Y, a pesar del mal tiempo, miles y miles estuvieron en Comodoro Py para acompañarla en esta incoherente y vengativa indagatoria judicial. 

Mientras tanto, el presidente off shore debe conformarse con actos en compañía de funcionarios e invitados obligatorios, vallas callejeras despobladas, casi nula repercusión mediática y algún que otro empujón de un ciudadano indignado. 
El contraste es evidente y demuestra que el tibio triunfo electoral no es más que una travesura numérica de la que muchos están arrepentidos.
Travesura que ya está dejando huellas de desigualdad y recesión. La Revolución de la Alegría es un verdadero bajón. 

En cuatro meses, el Gran Equipo no ha tomado una sola medida que pueda alegrar a nadie, salvo a esa minoría ahíta de riqueza, ésa que sólo ha producido angustia en la historia del país, ésa que hasta ahora ha gobernado con su mafioso poder de daño a través de cómplices o marionetas, civiles o militares.
 Hoy, uno de ellos ha desembarcado en La Rosada y transformó el país en una empresa más administrada que gobernada. En cuatro meses, no ha dejado promesa sin incumplir, derecho sin pisotear, conquista sin romper. 

En algo más de 120 días, el Gran Equipo confeccionó una pesada herencia que será difícil desmontar. En poco tiempo hemos retrocedido muchos años porque la receta de manual que han aplicado no sirve para solucionar problemas, sino para generarlos.
 En lugar de Pobreza Cero, agregaron más de un millón de pobres nuevos; lejos del desarrollo, la caída del mercado interno está ocasionando cierre de fábricas y negocios; en lugar de cuidar el empleo, convierten los despidos en una práctica cotidiana; si el déficit fiscal era mínimo, ahora lo multiplicaron con la apertura de las importaciones; la inflación, que no era un problema, se transformó en acuciante. Encima su caballito de batalla –solucionar la deuda con los buitres- cada vez se complica más y amenaza con ser una de las más cruentas trampas en las que hemos caído.

Uno se pregunta, después de todo esto, si son sorprendentemente tontos o inevitablemente malos. Por si todo esto fuera poco, Macri intenta explicar y entusiasmar, pero sólo logra indignar. Pensar que estas medidas regresivas nos conducirán a “un proceso de crecimiento inédito” es no entender nada; creer que los tarifazos “duelen y desesperan” al empresidente es pecar de ingenuidad. En lo que seguramente no está mintiendo es en que está “haciendo lo mínimo posible” para que “todos lleguemos a buen puerto”. Claro, casi todos nos damos cuenta de que está haciendo lo máximo para estamparnos contra el primer iceberg que se cruce en el camino.
Ninguna igual

En medio de este tenebroso panorama, la venganza del establishment no salió del todo bien. Si el juez Claudio Bonadío pretendía humillar a CFK, consiguió todo lo contrario. Si Mauricio Macri venía a terminar con la Cadena Nacional, las pantallas del mediodía estuvieron con Cristina. 

Si querían el fin de ciclo, están haciendo todo para reiniciarlo. Los miles que se convocaron en los alrededores de Comodoro Py serán los encargados de hacerlo. La inconsistente causa en la que debió declarar se convirtió en la excusa para su reaparición; la comunión entre la oradora y su público hizo retroceder al frío y al final, invitó al sol para que se sume al reencuentro. Mientras Ella iluminaba las pantallas, Macri balbuceaba desde un rincón de Salta, en la casi soledad de siempre, con más tedio que épica.

Durante cuatro meses, se burlaron de su silencio. 
Después de que habló, las harpías bulleron de envidia. Cristina lo explicó con eso del “respeto a la voluntad popular”, que parece ser una obligación para los opositores, pero algo despreciable para el oficialismo. Cumplir con la voluntad popular no sólo es aceptar los resultados por parte de la oposición, sino también hacer realidad todo lo prometido por parte de los oficialistas. “Nunca vi tantas calamidades cometidas en 120 días”, lamentó Cristina, desde el improvisado palco.

Además de eso, se encargó de marcar el contraste de una protección mediática que blinda a un presidente inaceptable con la alegría y la esperanza que CFK inspira a sus seguidores. Una mujer que se enfrenta sin fueros a todas las patrañas mediáticas convertidas en denuncias judiciales, la persecución vengativa de una mafia que termina enalteciéndola. "Estén muy tranquilos –aclaró- me pueden citar 20 veces más, me pueden meter presa, pero no callar”.

 Y eso es lo que más temen las fieras que se acurrucan en rincones oscuros: Cristina tiene voz y sabe usarla mejor que nadie. Sin fueros, sin el aparato estatal, sin la parafernalia mediática, sin banda presidencial, Cristina convocó a más de 200 mil personas bajo una lluvia torrencial. Y el país, sin dudas, se detuvo por una hora y Ella volvió a estar en el centro de la escena.

La pavada por la que un juez la citó no la transformó en una rea ni en una mártir, sino en una indiscutible líder tanto para la política nacional como hacia el interior del Justicialismo. 
Desde ese escenario impensado, CFK se encargó de formular muchas críticas a la gestión de Macri, no sólo a su nefasta política económica sino a su colorido prontuario. “¿Se imaginan si yo hubiese sido presidenta con antecedentes de ser absuelto por contrabando agravado? ¿Se imaginan si me hubiesen encontrado cuentas offshore a mí?”, se preguntó. 

Cristina no tiene más fueros que el amparo de sus seguidores; Macri, en cambio, ostenta una nociva protección tanto judicial como mediática y en lugar de rendir cuentas ante la Justicia, juega a ser presidente. “Tanto que buscaron la ruta del dinero K, se encontraron con la ruta del dinero M”, ironizó Cristina.

Un detalle gracioso de la jornada del miércoles fue la confusión de noteros y comentadores mediáticos: por costumbre o por mérito omitían el ‘ex’ cuando hablaban de La Presidenta. Detalle despreciable o significativo. 
Como si el ‘ex’ desentonase con el cargo que ha ocupado durante dos períodos. Ineludible, indiscutible líder que hasta propuso la construcción de un gran frente ciudadano que pronto se volverá realidad. 

Por eso el ‘ex’ está de más. El deterioro de nuestra vida en estos cuatro meses hace que muchos empiecen a extrañarla. Con Ella, el ‘ex’ antes de ‘presidenta’ parece sobrar; en cambio, con Macri, no vemos la hora de agregarle un ‘ex’ gigante.

Publicado por Gustavo Rosa

TOMADO DE: https://www.facebook.com/hanna.dabrowsky
Y PUBLICADO EN: http://victorianoysocialist.blogspot.com/


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