martes, 28 de marzo de 2017

RECORDANDO MOMENTOS CUANDO ERAN FELICES Y NO LO SABIAMOS .. 
Los  Que OLVIDA SU HISTORIA ESTA CONDENADO A REPETIRLA



La decadencia política se hacía evidente en los bonches y ágapes del Palacio de Miraflores, donde se celebró el último cumpleaños (el número 41, para ser más exactos) de Blanca Ibáñez como secretaria privada del presidente Lusinchi, no sólo con bombos y platillos, sino también con un mariachi cuyos músicos cuando hablaban lo hacían en perfecto colombiano. Ya era vox populi el romance Lusinchi-Ibáñez, incluso hasta para la esposa del Presidente, Gladys Castillo, quien aceptó un borrascoso proceso de divorcio. Venezuela era un país de “barraganatos”, que viene de la palabra “barragana” (amante, concubina) introducida por el dirigente Luis Piñerúa Ordaz en los análisis políticos de la época (Piñerúa, 1988).
El 29 de octubre de 1988 tuvo lugar lo que luego se conoció como la masacre de El Amparo, que daba cuenta del fallecimiento de 14 pescadores apureños, en las márgenes del río Arauca, caño La Colorada, estado Apure, por un “enfrentamiento” con efectivos del Comando Específico “José Antonio Páez” (CEJAP) tras una operación llamada “Anguila III”. Para mala suerte del gobierno sobrevivieron dos: José Augusto Arias y Wolmer Gregorio Pinilla quienes con sus testimonios dieron al traste con la “imagen” creada por el entonces jefe de la Oficina Central de Información (OCI), Carlos Croes, según la cual los masacrados eran guerrilleros colombianos. Nunca se esclareció la participación del Ejército venezolano en el suceso que aún permanece impune..
En 1988 gana las elecciones por segunda vez, Carlos Andrés Pérez, con 52, 89 % de los votos y quien disputó la Presidencia de la República con Eduardo Fernández (Copei-40,40%) y Teodoro Petkoff (MAS-2,71%). Pérez, en medio de lo que han bautizado como su “coronación”, por el despliegue de invitados, cenas y demás actividades, anuncia una reestructuración de la economía y sentencia que para ello serán necesarios “disciplina, productividad y sacrificio”, argumentando que se había terminado “el plazo de las equivocaciones”.
Venezuela vivía una tremenda escasez de productos de primera necesidad, más una inflación del 35,5%. Con las reservas internacionales en caída libre, ubicándose para el 31 de diciembre de 1988 en algo más de 6.584 millones de dólares. Se habían cancelado ya 25 mil millones dólares sólo en servicio de la deuda externa pública y privada. Un país en bancarrota...
No obstante, Lusinchi terminaba su mandato con una popularidad de más del 80%, “fabricada” por su estratega comunicacional Carlos Croes.
Luego de aquel fiestón, el Diario de Caracas dedicó nueve páginas a la reseña de la bautizada “Boda del Siglo” entre Mariela Cisneros Fontanals y Gonzalo Fernández Tinoco, celebrada dos semanas antes del 27-F.
El diario Los Angeles Times, en una nota fechada el 4 de marzo de 1989, en la pluma del periodista Don A. Schanche, escribe: “fue un banquete de un millón de dólares donde hubo 5 mil invitados que viajaron desde lugares lejanos como Tahití, Italia y Estados Unidos. Consumieron miles de botellas de champán francés y un buffet repleto de caviar, langosta y salmón.... La boda de Gonzalo Fernández Tinoco y Zingg y Mariela Cisneros Fontanals unió a dos de las familias más ricas del país. El padre de la novia, Oswaldo Cisneros, tiene participaciones importantes, incluida una franquicia de refrescos, un canal de televisión y una cadena de supermercados”.
Cuando el 16 de febrero de 1989, Pérez anuncia su “paquetazo” de medidas económicas consistente en decisiones sobre política cambiaria, deuda externa, comercio exterior, sistema financiero, política fiscal, servicios públicos y política social, incluyendo aumento en los precios de la gasolina y transporte público, sin considerar un aumento de salarios, el pueblo interpretó que ese “sacrificio” del cual había hablado durante su “coronación”, correspondía sólo a los más desposeídos.
Diez días más tarde, mientras se cubría como cada lunes, la reunión del Comité Ejecutivo (CEN) de Acción Democrática, en su sede de La Florida, los periodistas observaron extraños movimientos en la dirigencia adeca. A eso de las 11 de la mañana y con mucho nerviosismo, decidieron terminar la reunión. Nos avisaron que estaban quemando autobuses en Chacao, que habían disturbios. “¿En Chacao?. Si allí nunca protestan”, dijimos.
Humberto Celli, para entonces senador de la bancada blanca, salió apresuradamente hacia el estacionamiento de aquel bunker. Lo seguimos y vimos, con asombro, que su chofer le estaba quitando al lujoso carro negro las placas que decían “SENADO DE LA REPÙBLICA” y que le identificaban como parlamentario. Y así pasó con los vehículos de otros dirigentes. Le preguntamos a Celli por qué hacía eso. Nos dijo:”bueno es para evitar cualquier cosa, parece que los ánimos están caldeados”.
Nadie sabía qué estaba pasando. El grupo de periodistas salió de allí. Algunos llegamos a pie a la avenida Libertador, que ya para ese momento era un completo caos. Nos dirigimos hacia la avenida Lecuna para ir a la corresponsalía del diario Frontera de Mérida ubicada en Parque Central. A lo lejos se oía la balacera. Como pudimos entramos al edificio. Nos lanzábamos al suelo de cuando en cuando, pues el tiroteo era fuerte, hasta que llegamos a la redacción del periódico. Al entrar, todos estaban tirados en el piso, protegiéndose de balas “perdidas”. Como a las 4 de la tarde hubo una especie de tregua y aprovechamos para escribir…Me asomé con cuidado por una de las ventanas y ví policías correteando gente. El motorizado del periódico, Henry, me regaló una tijera producto de un saqueo a un comercio de equipos de oficina donde él participó…
Como a las 8 de la noche entró una llamada al periódico. Era el, para entonces, Jefe de la Oficina Central de Información, Pastor Heydra, quien nos dijo que ya todo estaba “bajo control” y que al día siguiente habría rueda de prensa en el palacio de Miraflores. “Por favor publiquen el boletín que les estoy mandando”.
Salimos como a las 10 de la noche. El aire olía a pólvora. No había transporte y se escuchaban tiros aislados y ambulancias. Nos unimos a un gentío que caminaba en silencio en ruta hacia el Jardín Botánico, por la avenida Bolívar. Nunca había caminado por esa autopista y sólo quería llegar a mi casa y abrazar a mis hijas.
Al día siguiente, me fuí en mi carro hacia la sede administrativa del Congreso, conocida como “Pajaritos”. Vi saqueos en los comercios cercanos y a la policía corriendo detrás de hombres y mujeres que huían con con licuadoras, hornos, teléfonos y toda clase de electrodomésticos. Los llevaban abrazados como si fueran bebés. Caracas era un campo de guerra.
Centro de Caracas, Av. Universidad, cerca del Congreso 28-02-1989
Dejé mi carro en el diario El Universal para ir a la rueda de prensa que había en el Palacio de Miraflores. Cuando llegamos estaba el llamado “país político”. Recuerdo a Teodoro Petkoff (MAS) diciendo:”Es que subestimaron la reacción del pueblo”. Recuerdo a Eduardo Fernández (COPEI) diciendo: “El pueblo está arrecho”. Recuerdo a Antonio Ríos (CTV) diciendo: “El miedo es libre”.
Recuerdo que ya eran casi las 6 pm y el Ministro del Interior, Alejandro Izaguirre, trató de anunciar en TV la suspensión de garantías y se le quebró la voz. No pudo seguir hablando. Entonces asumió el general Italo del Valle Alliegro, Ministro de la Defensa, quien anunció la suspensión de garantías y el toque de queda.
Los periodistas protestamos pues debíamos salir de allí a nuestros respectivos medios a escribir sobre aquel desastre. Entonces decidieron otorgarnos unos “salvoconductos” para que la Guardia Nacional nos dejara circular tranquilos.
Esa noche interminable la ciudad lucía fantasmal, sola, peligrosa. Daba miedo pero así salimos a la calle…¡Era nuestro oficio!
Llegó el 01 de marzo de 1989. Los medios anunciaban la cifra oficial de muertos: 218 (luego se elevó a 276). Pero extraoficialmente se habla de más de 3 mil fallecidos.
Luego de los sucesos del 27-F, Carlos Andrés Pérez lanzó su lapidaria reflexión: “los disturbios no son por un problema político sino una lucha de pobres contra ricos”.
Las "turbas”, llamadas así para referirse a ese pueblo que había visto impotente todos los hechos recreados hoy en este trabajo, bajaron de los cerros y sin dirigencia política alguna, tomaron las calles de Venezuela en una lucha sin regreso y sin “por ahora"

TOMADO DE: Ildemaro Pirez en Facebook

EN: Facebook//Libertad Bermeja y EN: Twitter@victorianoysocialista

No hay comentarios:

Publicar un comentario