martes, 16 de mayo de 2017

Guarimbas: fachada de una operación militar




Hablar de guarimbas en Venezuela es remontarse a lo ocurrido entre el 27 de febrero y el 4 de marzo de 2004 (sí, amigo lector, las guarimbas existen desde hace 13 años), en ese entonces el plan era deslegitimar al Gobierno del Comandante Hugo Chávez para justificar una intervención militar extranjera, sustentada en las tesis de la ingobernabilidad y la violación de los derechos humanos por parte de los organismos de seguridad del Estado.
Ojo debemos estar preparados para los tiempos extremadamente complicados y violentos que se nos avecinan
Aquella estrategia insurreccional, sucitada entre febrero y marzo de 2004, dejó la nefasta cifra de 50 muertos y 193 heridos, la misma no difiere en el fondo ni en los objetivos de la que actualmente está en marcha, pero sí en la forma metodológica. 
En estos 13 años ha mutado en una práctica más especializada, violenta, organizada, sincronizada, focalizada y con una carga altamente fascista.
Esto nos hace cuestionar si medios gubernamentales deben seguir identificándolas con el nombre de guarimbas o como Operaciones Militares Coordinadas, llevadas a cabo por fuerzas irregulares disfrazadas de grupos civiles, lo que les permite ampliar su rango de maniobra en las escaladas de violencia y anarquía que desarrollan en diversas partes del país, sobre todo en puntos estratégicos de la capital de la República.
Analizando los hechos y el contexto actual, con tiempo y detalle, se percibe la sensación de incertidumbre que estas operaciones generan, puesto que en esta nueva fase se comportan a un ritmo no tan vertiginoso como en 2004 y 2014. Esto hace suponer dos elementos que entran en choque:
  1. Vienen ejecutando el plan a su conveniencia (sin prisa pero sin pausa) o,
  2. de alguna manera nuestros cuerpos de seguridad (GNB, PNB, Sebin) retardan sus pretensiones finales.
Debemos estar seguros de que en esta nueva fase de la guerra estas formas de desestabilización implementadas por el enemigo están demostrando que existe un alto grado de organización interna al momento de ser ejecutadas. 
Esto se evidenció hace pocos días en las localidades caraqueñas de 1 y 2, donde "guarimberos encapuchados de un edificio" y "gente armada del barrio" se sincronizaron para asediar a los organismos de seguridad, cuya misión era tanto proteger a los habitantes de la zona como evitar daños y saqueos a la propiedad pública y privada. 
Es preocupante observar cómo tales altos niveles de organización responden a un entrenamiento especializado y a un plan bien estudiado, ajeno a manifestaciones espontáneas como las de 2004.
En aquel momento el ultraderechista enemigo declarado de la Revolución Bolivariana y propulsor a través de Internet de este método de guerra irregular, Robert Alonso, la definió de la siguiente manera: "La guarimba es un acto totalmente anárquico y cada quien hace lo que le venga en gana dependiendo del grado de frustración y guáramo que posea".
En base a esa afirmación, nos preguntamos: ¿Cómo es que un acto "totalmente anárquico, espontáneo y de soberana arrechera" está mostrando un alto grado de sincronización, focalización y selectividad al momento de ser ejecutado por actores individuales cuya mayoría no posee ningún tipo de preparación militar?
Fácil: estamos ante la presencia de un ejército enemigo altamente preparado en la aplicación de la fuerza irregular, que por los momentos tiene una única misión: el ataque preciso e inciso a nuestros cuerpos de seguridad, donde militares y funcionarios policiales terminen heridos, tal como fue el caso del sargento Neomar Barrios, asesinado en el estado Miranda el 19 de abril y el del director de Policaracas herido en San Martín el 25 de abril, por citar algunos.
El pasado 26 de abril, en la urbanización Sucre de Barquisimeto, el aparataje comunicacional del enemigo interno (medios de comunicación privados y redes sociales) desarrolló la misma matriz de opinión de estos últimos días: represión por parte de los organismos de seguridad hacia los "habitantes" que se encontraban ejerciendo su "libre derecho" a protestar.
No existen actos espontáneos en materia de guarimbas
Ocultaron, de manera alevosa, que el fuego iniciado en la azotea de una de las torres de dicho conjunto residencial buscaba dejar fuera de combate (como mínimo) a cinco funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), tratando de llevarlos a una especie de cuello de botella, con el fin de que "guardia que subiera, guardia que sería quemado".
Tácticas como estas muestran el grado de preparación  que se debe tener para e inteligencia de combate abatir de manera efectiva, y con el mínimo uso de recursos y poder de fuego, a cualquier enemigo que pretenda afectar sus intereses. 
En el argot militar se le conoce como "anulación de una fuerza enemiga a través del conocimiento del terreno", táctica que permite tomar una posición estratégica otorgando ventaja en el combate cuerpo a cuerpo, algo que difícilmente la población civil, común y corriente, sin previa preparación militar, está en capacidad de aplicar, mucho menos cuando a las protestas se les describe como "espontáneas y no planificadas".
Saldos como los dos militares de la FANB, diez GNB, 24 funcionarios de la Policía Nacional y 21 policías del Táchira en San Cristóbal, o como los dos GNB heridos a balazos en Caracas, o el hecho de cómo La Carlota, siendo una base militar, ha sido atacada dos veces en menos de un mes, no cumplen con el perfil estereotipado de la guarimba.
Queda demostrado que, en esta nueva fase de asedio, se busca atacar directa y coordinadamente a los cuerpos de seguridad en distintos puntos del país para desgastar física y psicológicamente a sus miembros; se trata de desquiciarlos y desmoralizarlos en el ejercicio de sus funciones hasta neutralizarlos o descontrolarlos en el uso progresivo de la fuerza.
Todo bajo el amparo de una máxima conocida por la población: "Nuestro aparato de seguridad tiene terminantemente prohibido el uso de fuerza letal en las manifestaciones", ,lo que se traduce en ventaja para el enemigo que entiende que su integridad física jamás se verá comprometida de manera fulminante 
ya que ese disfraz de "agrupaciones civiles en el ejercicio de su derecho a la protesta"
les permite atacar de manera pretendidamente efectiva y eficiente sin obtener una respuesta contundente, más allá de las tácticas permitidas para la contención de manifestaciones, establecidas en la Constitución y los convenios internacionales suscritos por la República.
El Gobierno no tiene forma de justificar un ataque frontal contra estos grupos insurgentes sin ser condenado por la comunidad internacional. 
Las leyes impuestas por los poderosos sirven, como siempre, para controlar el poder a su conveniencia y cuando así lo necesiten.
Reducidas sus opciones en el combate, el Estado cae en una especie de coacción dictatorial, todo por jugar bajo las reglas que el enemigo mundial impone a través del establishment y los poderes fácticos.
Otro rasgo que desmonta la matriz de que tales operaciones militares son simples actos espontáneos de la sociedad civil radica en los ensayos previos, realizados para medir la capacidad de respuesta del Estado, el impacto mediático y desestabilizador de sus acciones. 
El 10 de abril en Las Mercedes, donde la GNB incautó una importante carga de bombas molotov, fue herido un funcionario de la PNB y además el ataque a un centro de salud privado a menor escala en relación a lo practicado en El Valle días después, también parece haber un patrón en la localización y tiempos de ejecución dejando siempre un día de por medio (un día en El Valle, descanso; San Martín, descanso; Mérida, descanso; Barquisimeto...) lo que demuestra que la "espontaneidad" es sólo una mampara.
Es notorio, también, el uso de tácticas envolventes contra los órganos de seguridad. Sucedió en el Valle y en San Martín, además de atacar por diversos flancos también lo hicieron en oleadas. 
Lo más preocupante es el peligroso avance territorial hacia Miraflores.
Se han colocado a 11 cuadras del palacio (1.32 km para ser exactos), tomando en cuenta que un fusil de asalto tiene un alcance efectivo de 2,5 kilómetros, es relevante considerar que cualquier arma con una potencia bélica mayor a la de un fusil está por encima de esa distancia.

La ingobernabilidad es su verdadero interés

No podemos descartar que estén preparando una arremetida contra el Palacio de Miraflores, el valor simbólico que tiene para los venezolanos es tal que un ataque fallido o exitoso sería un disparador de odios acumulados extremadamente peligroso. 
No olvidemos que en 2016 el enemigo estuvo a escasos quinientos metros de dicha estructura, posicionado en campamentos paramilitares improvisados, teniendo como objetivo claro una arremetida directa contra el Palacio Presidencial, o en el peor de los casos un plan de magnicidio en marcha, esto por el tipo de armamento y municiones destinadas a francotirador encontradas en el sitio. 
Las guarimbas pueden ser la cortina perfecta para que estos grupos armados poco a poco ganen el terreno que necesitan para llegar a Miraflores levantando así el minimo de sospechas a su plan original.
El libreto diseñado por los factores interesados indica que, ante la decisión libre y soberana de retirarnos de la Organización de Estados Americanos (OEA), y la magistral jugada de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, el plan de los actores opositores (internos y externos) pudiera entrar en una nueva fase aún más agresiva y sistemática, tal cual sucedió en Kiev entre noviembre de 2013 y febrero de 2014.
El denominado Euromaidán tuvo como detonante el rechazo del gobierno de Ucrania a firmar un acuerdo de asociación económica con la Unión Europea, lo que en realidad fue una mera excusa de los poderes fácticos para propiciar un golpe de Estado que ya venía en marcha con la implementación de la revolución de colores. 
El enemigo, fiel a su receta, aprovecharía la ocasión para explotar a su favor esta muestra de soberanía, dignidad y autodeterminación mostrada por el Gobierno de Nicolás Maduro y la atacará desde todos los flancos posibles (comunidad internacional, enemigos internos, etc.).
Por ello no es casualidad que los actos terroristas ocurridos recientemente en Cabudare, estado Lara, donde fue secuestrada una gandola de Pdvsa cargada de combustible y que luego de varias horas retenida terminó siendo incendiada, o, por ejemplo, los actos vandálicos y de saqueos que se intentaron perpetrar (y que aún insisten en realizar, sólo que el pueblo organizado no se los ha permitido) en Naguanagua, estado Carabobo, donde también se incendió una gandola llena de alimentos, son las respuestas directas de estos grupos, demostrando que su agenda no es la paz, el diálogo o la reconciliación nacional como ellos predican, sino todo lo contrario: saben que su agenda es la de propiciar un Estado fallido, un Estado sin ley que permita una eventual "reconstrucción del país" en manos de los poderes transnacionales y corporativos, la ingobernabilidad es su verdadero interés. De eso que no quepa la menor duda.
Los poderes fácticos lo tienen claro: saben la importancia estratégica que tiene Venezuela en el ámbito geopolítico mundial, en estos momentos en que las tensiones internacionales avivan un inminente conflicto global y nuestros recursos se hacen necesarios para poder asumirlo como fuerza y poderío logístico. 
Una máxima de la guerra es que ante un inminente conflicto armado de escala planetaria, no se puede ir a ese enfrentamiento sin controlar los suministros y el aprovisionamiento que permitan sustentarlos.
Ya Venezuela fungió como su contingente logístico en la Primera y en la Segunda Guerra Mundial, y ante este inminente conflicto armado, el panorama no es diferente. 
Se hace crucial como pueblo vigilar oportunamente estas Operaciones Militares Coordinadas y desmantelarlas, además de seguir confiando en nuestros órganos de seguridad, en el Alto Mando Político y en el compañero presidente Nicolás Maduro, quien hace días en aras de derrotar la violencia y seguir apostando a la paz, nos da la herramienta más revolucionaria para dejar fuera de combate al enemigo a través del poder constituyente, ese poder originario que sólo reside en las manos del pueblo.
Las operaciones encubiertas bajo la figura de protestas pacíficas buscan quebrar la unión cívico-militar que existe entre el pueblo revolucionario y su fuerza armada, estamos decididos a ser un pueblo soberano y, como tal, debemos estar preparados para los tiempos extremadamente complicados y violentos que se nos avecinan
TOMADO DE:   http://misionverdad.com  
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