martes, 23 de mayo de 2017


POR QUÉ LA DIÁSPORA BURGUESA VENEZOLANA RESULTA TAN VIOLENTA




Titulares van y vienen: 
En cada caso hay una constante, la llamada “diáspora burguesa venezolana” cumple la orden de la MUD (Mesa de la Unidad Democrática) de atacar a los chavistas en cualquier parte del mundo, sean del gobierno o no.
La cuenta @napoleonbravo echa a las redes, como quien lanza comida a los leones, fotos de los hijos de funcionarios y ministros bolivarianos: “estamos en guerra, la pelea es peleando”, se justifica.
Desde el gobierno han condenado la persecución comparándola con lo hecho por Adolf Hitler en la Alemania nazi. “Los chavistas somos los judíos del siglo XXI (…) y vamos a derrotar a los nazis del Siglo XXI“, declaró el presidente Nicolás Maduro.
No es difícil darse cuenta que la oposición ha incitado la violencia y ha escalado en las agresiones a todo lo que signifique “chavismo”. 
De la quema de unidades del Metro, al ataque contra el Hospital Materno-Infantil de Coche y la botella congelada que mató a Almelina a las “puputov” (o bombas de mierda). 
Todo forma parte de un plan que pretende (una vez más) sacar al chavismo del Gobierno a sombrerazos.

Escenario internacional

Los partidos de oposición creen que este es el momento de acabar con el chavismo. 
Cuentan con un poderoso lobby político (derecha internacional en funciones de Gobierno), diplomático (Almagro y la OEA) y económico (empresarios y EE.UU.).
No en vano el presidente sirio Bashar Al Assad declaró a Telesur que la situación actual de Venezuela se parece y mucho a lo que ha debido padecer su nación.
Si el plan es uno y el ejecutor es uno, entonces es normal que los escenarios no sólo se parezcan sino que sean idénticos, dijo Al Assad.
Cuando comenzó la violencia opositora, a principios de abril de 2017, Eduardo Samán, exministro de Comercio de Venezuela, dijo que esos focos “no van dirigidos a un público interno. 
No tienen como objetivo ganar más adeptos en Venezuela, ni organizar un nuevo tejido social.
 Su objetivo es crear una matriz de opinión en el exterior, especialmente en Estados Unidos”.
¿Por qué en Estados Unidos? “Para generar decisiones de ese Gobierno en contra del Gobierno bolivariano”, aseguró Samán.
Por esas razones no es de extrañar que Washington armara un tinglado mediático con el cuento de que el Consejo de Seguridad de ONU discutiría sobre “la crisis” en Venezuela. 
Al final fue una reunión a puerta cerrada donde terminaron “baypaseando” el asunto porque no compete a ese organismo… pero el show ya estaba hecho.

Contradicciones internas

Los militantes opositores navegan en medio de la volatilidad de sus interlocutores.
Caso Capriles. De un Capriles que hacía guiños al chavismo diciendo que de ser presidente “mejoraría las misiones” a uno que llama “a las calles” hasta que caiga el régimen rodeado de encapuchados, hay una brecha delatora.
Sus consignas han transitado de “La batalla final será en Miraflores” al “ahora o nunca” o del reclamo por los “presos políticos” al “Maduro te sacaremos en 6 meses”. 
Las profundas pugnas internas de la oposición parecen siempre vencidas por los grupos más radicales que terminan imponiendo las más irracionales propuestas…
Luego de 17 años de gobierno chavista, derivaron en bombas de mierda.

¿Fascismo?

El sociólogo argentino Atilio Borón no duda en calificarlos de esa forma. En un artículo difundido recientemente escribió:
¿Fascistas? Sí, por sus métodos, similares a los empleados por las bandas armadas de Mussolini y Hitler para aterrorizar a italianos y alemanes (…) fascistas por su contenido político, pues su propuesta es intrínsecamente reaccionaria”.
Pero también, agrega Borón, por la absoluta inmoralidad e inescrupulosidad de sus líderes, que alimentan el fuego de la violencia, incitan a sus bandas de lúmpenes y paramilitares a atentar contra la vida y la propiedad de los venezolanos y las agencias e instituciones del Estado –hospitales, escuelas, edificios públicos, etcétera- y que no se arredran ante la posibilidad de sumir a Venezuela en una cruenta guerra civil.
Las guarimbas de 2004 se extinguieron cuando las fuerzas del orden los redujeron a sus urbanizaciones y los vecinos, cansados de autosecuestrarse, decidieron no apoyarlos más. Las de 2014 fueron vencidas casi con la misma estrategia: reducirlos a sus espacios de residencia y cercarlos para que, si lo querían, destruyeran allí mismo.
¿Cómo terminará la guarimba de 2017?
Por Ernesto J. Navarro 
TOMADO DE:  http://supuestonegado.com
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